Aguardando...[Libre]

Sonrió con naturalidad, al escuchar al mayor.

Gracias por tu amabilidad.

Contestó, a la par que picaba con la cucharita un poco de pastel. Llevándoselo a sus labios, para saborear el sabor dulzón del chocolate.

Diriguió su mirada hacia el mayor mirada, observando lo qué hacía con curiosidad dismulada, quién diría que hace unos momentos estaba siendo sometido por aquel hombre...

Escuchó la pregunta del mayor, para luego recordar por que iba por ese camino.

-Quedan cerca de la escuela.-
Dijo mientras picoteaba un poco más de torta.

-Y...no tenía a un lugar específico a donde ir.-
Contestó con más confianza, mientras lo observaba de reojo.

Si no fuera por que ya había pasado el tozo de pastel, se hubiera atragantado con el, la cuchara casi se le había resbalado de los dedos, pero gracias a su gran agilidad y reflejos no había caido aquel instrumento de metal.

-¡Qu..qué te importa!-
Susurró con nerviosismo, sus mejillas se tiñeron nuevamente de un color carmín.

-Puedo preguntarte algo...-
Dijo mientras trataba de calmar su presente sonrojo. Observando de reojo al pelirrojo, ya que si lo veía fijamente quizás terminaría más abochornado, avergonzado.

Ahora no sabía cómo formularla sin tratar de ofenderlo, pensar cómo decirselo le armaba todo un lío de palabras mentalmente, así qué decidió por decirla cómo se le vino a la mente.

¿Qué eres...?

Dijo mientras picaba otro poco de su porción de torta que ya estaba por terminarse, observando al mayor, estando atento a sus expresiones.
El color carmín en sus mejillas aún prevalecía en su joven rostro, contrastando con sus azules ojos árticos.

Sólo sé que por tu escencia...no eres humano.

-Simple curiosidad...-

Dijo esbozando una pequeña sonrisa de lado, el pelirrojo estaba siendo más que amable, caballeroso con él, hasta podría categorizarlo como tierno, con este pensamiento coge el último trozo de pastel para saborealo al máximo.

El pelirrojo era una caja de pandora, la cual al irse abriendo derrochaba un sinfín de sorpresas.
Al terminar con su porción, fue a dejarlo en el fregadero, para luego lavar el plato. Terminando con ello volvió a tomar asiento.

-Ya lo hice-

Volteó encarándolo con una sonrisa de lado, mientras secaba sus manos con una toalla.

-Y sí, soy algo curioso...sólo lo suficiente-

Acotó, mientras daba una ojeada al lugar, dejando el trapo en su lugar.

-Gracias por el pastel, estuvo delicioso-

Por lo visto aún no te rindes...

Dijo riendo ligeramente, aún con las mejillas sonrosadas, observando al mayor. La sonrisa de Lestad era contagiosa.

Caminó unos pasos más, dirigiéndose a lo que parecía ser la sala.

Aquél acto le había tomado por sorpresa nuevamente, al igual que ese beso apasionado que el mayor acababa de robarle, había vuelto a colorear sus mejillas en un tono carmín.

-¿Robarme besos...es tu nuevo hobbye?-

Espetó, mirándo al mayor a los ojos, con el corazón acelerado por el beso que lo había descolocado y alterado nuevamente.

-Contigo no puedo bajar la guardia en menos de dos minutos.-
Complementó en forma de regaño.

El menor rodó los ojos de forma graciosa, para luego mover su dedo índice de lado a lado en forma de negación.

-No todos tenemos lo que queremos...-

Sonrió de lado, deshaciendose del agarre de mayor, para luego alejarse un poco y seguir con su pequeño recorido.

-No recuerdo haber visto una cabaña en los alrededores...-

Dijo esto más para sí, mientras que acomodaba un poco sus cabellos que caín cerca de sus azules ojos.

Sonrió al escuchar aquellas palabras del mayor, lo hacían sentir de una manera especial, ese "serás el único" hizo sonrojarlo hasta las orejas, agradeció internamente a que este no había visto su sonrojo ya que se había retirado a su habitación.

"Idiota" se dijo a si mismo en forma de regaño, ya que empezaba a pensar "tonterías" al recordar lo dicho por el pelirrojo.

Esperando a que saliera el demonio, tomó asiento en uno de los sillones de la sala, depositando su cabeza en el mueble, cerrando los ojos, tratando de calmar aquellas sensaciones que afectaban su joven e inalterable vida.

Dio un brinco al escuchar aquello, haciéndose un lado, caminándo con paso ligero a la cocina, prácticamente huyendo.

A quién se le ocurría dejar la ropa regada en cualquier lugar, ese tipo era un desastre con "D" mayúscula, pero aún así nopodía negar que le agradaba aquel ser de forma retorcida, sí retorcida ya que en vez de haber huído desde un principio había regresado, y no le parecía del todo un ser aterrador y tenebroso del cuál desconfiar de sobre manera, obviando el constante acoso el cual le parecia un poco cómico.

Sin saber que más hacer, se regargó en una de las paredes de la cocina visualizando el lugar, aún abochornado por la verguenza que le hizo pasar el mayor.

-Siempre tan efusivo cariño-

Sonrió con una pequeña sonrisa mientras se descruzaba de brazos, observando el atuendo del mayor, el cual parecia una segunda piel.