Aguardando...[Libre]

Allí estaba, guareciéndose de la tormentosa lluvia, aguardando el momento de salir de aquel reciento en el que se ofrecían bebidas calientes y porciones de pastel, el ambiente era agradable, pero la concentración de gente que se había establecido allí era insoportable, el calor llegaba ha ser asficciante. Las oledas de calor emanadas por los cuerpos eran abrumadoras.

Demonios-masculló entre dientes, hastiado de la situación en que se encontraba, observando através del cristal el exterior, cual parecia empeorar al pasar los minutos-

Observó una vez más la hora que el reloj de pared marcaba. Nesecitaba salir del lugar...y no era necesariamente por que estaba retrasado en llegar a un lugar específico, el calor lo estaba calcinando, atormentándolo, al igual o mucho mayor era aquel sentimiento de soledad que ahora empezaba a hacer estragos.

El ruido de la puerta del establecimiento indicaban que había sido abierta, volteó hacia ella, esperanzado a que la gente se valla retirando, pero su rostro indicaba decepción y molestia, seguían llegando a sobrepoblar el pequeño lugar.

Optó por disipar su creciente fastidio, concentrándose en observar al recién llegado, por su aspecto se podría decir que la estaba pasando fatal, mojado de pies a cabeza.

Opino lo mismo...-dijo más para sí, pero con el suficiente tono de voz para ser escuchado por aquel extraño-

Su vista regresó a su taza de café, la cuál ahora se encontraba tibia.

Lo mismo que hacen todos, esperando a que acabe la lluvia

Suspiró algo irritado, la lluvia parecia no tener fin.

La voz del pelirrojo recién haberle llegado al oído, la forma de hablar de este había provocado un imperceptible sonrojo en las mejillas de su blanquesina piel, levantó la mirada para encontrar al mayor despojándose de su chaqueta.

¿Supongo que también usted está aquí por lo mismo?

Dijo mientras observaba al otro tomar asiento.

Escuchó aquellas palabras con atención, las cuales podía darse una idea del porqué de aquella frase.

Sabía con certeza que por su escencia no era un humano, pero aún no estaba aseguro de que criatura era.

Ver marchando hacia el exterior a la multitud fue un alivio, adiós al suplicio llamado calor, la temperatura iba descendiendo hasta llegar a su temperatura ambiente.

Supongo que ya no es necesario que se retire...

Dije en forma alusiva al ver que prácticamente el café había quedado desierto.

Arqueó las cejas de forma elegante, para luego contestar con un sonrisa asomándose en sus labios.

Yael Asayag

Constestó en un suave siseo, observándo a su peculiar acompañante de mesa.

Me gustaría saber el nombre de quién me ofrece una grata compañía...

Dijo obsevándolo discretamente, escuadriñando, cómo si con ello descubriese qué era ese joven realmente.

Supongo que a medio mundo...recitas el mismo discurso.

Dijo al escuchar aquel comentario sobre su nombre con ese tono de voz provocativo que el mayor manejaba a la perfección.

Un placer Lestad.

Los movimientos del mayor lo dejaban un poco avergonzado, al igual que al escucharlo y verlo articular las palabras de aquella manera, su manera natural de expresarse le provocaba cierto nerviosismo...

Sonreí de lado, no me pondría cavilar si lo dicho era cierto o falso, no era algo para debatirlo en ese momento.

Su repentino acto de caballerosidad me dejó absorto, sus labios estaban sobre el dorso de mi mano, abochornado, retiré mi mano cómo si hubiese hecho contacto con fuego líquido.

Disculpe...

Atiné a decir, en un balbuceó, la verguenza me estaba matando, retiré el contacto visual para observar cualquier cosa hasta que pudiese calmarme.

Sus rasgados ojos azules se abrieron demostrando sorpresa, y sus carrillos termiron por colorearse de un color carmín, contrastando con su piel, dejando al descubierto su inexperiencia aún más acentuada, al temblar ligeramente por las palabras susurradas en su oído.

No soy una tarta...

Sisesó avergonzado y sonrojado.

Sus movimientos tentativos, su osadía en volver a besarlo y ahora ser tomado de la cintura en un abrazo terminó con su límite. Empujó al mayor, logrando trastabillar torpemente y caer al piso de una forma estrepitosa.

"Torpe", se repetía mentalmente en un regaño, ¡ese hombre le había robado su primer beso!, un perfecto desconocido del cual sólo conocía su nombre.

Deseando que la tierra lo trague vivo, aquella caída había sumado aún más aquel bochorno que experimentaba, se levantó del pavimiento, tomando asiento frente al mayor.

Si...estoy bien, gracias.

Respondió aún con el sonrojo pronunciado en sus carrrillos.
Se había comportado al igual o peor que un crío, cosa que era totalmente inusual en él, jamás en toda su vida había pasado por tantos jaleos y bochornos en menos de cinco minutos, cómo si fuese una reacción en cadena se daba el desastre, ocasionado al tener contacto físico con el pelirrojo.

Me encuentro bien.

Volvió a repetir, tratando de convencerse a sí mismo también.

Aquellas palabrabas hicierón acentuar aún más aquel sonrojo, podía jurar que sus mejillas ardían, sus labios estaban ligeramente abiertos, aspirando el aire que requerían sus pulmones, tratando de calmar la respiración agitada al igual que la adrenalina coriendo por su cuerpo y los latidos desbocados de su pecho.

Levánto la mirada tomándose su tiempo, para observar el rostro del mayor, encontrando su mirada con la otra, desviando la vista para luego perturbar aún más su perturbada mente al ver aquellos carnosos labios, que hace pocos minutos lo habían besado.

Su mente regresó de aquel letargo que lo había internado al ver el rostro del mayor, sus palabras hicieron eco en su cabeza, pero aún seguía medio nebulosa su mente cómo para entender dos más dos es cuatro.

Pero sus sentidos se pusieron alerta al percibir las intenciones del mayor, sembrando un poco de ansiedad al verlo actuar sin ejecutar aún ningún movimiento relevante.

Cerró los ojos, cómo si con ello pudiese liberarse de lo que iba a ocurrir, de lo "inevitable".
¿Qué era inevitable?...Aún no lo sabía a ciencia cierta.

Sus labios, rojos, nuevamente hicieron contacto con los míos, afondando el contacto efímero de hace previos segundos, haciendo que pirda los pies de la tierra, soltando un aletargado gemido que escapaba de sus labios sin previo aviso.

Sus labios como mariposas revoloteando, trazando un camino inexistente.

Mis carrillos, aún más rojos y mi mente, perdida en el limbo, había un caos, un caos del cual no desaba terminar de cierta forma....Aterrorizandome de aquel sentimiento, mis ojos volaron hacia los cristales del establecimiento, la infernal lluvia ahora era una simple y sutil llovizna, trayéndome a la realidad.

¡No!-Articulé ese monosílabo con la suficiente fuerza de voz y convicción- Basta...-dije preocupado, mirando hacia todos los ángulos existentes en dicho local, cómo si esperaba a encontrar alguién allí espiándonos.

Creo que es mejor que me valla-me escabullí de su cuerpo, prácticamente huyendo.