Aguardando...[Libre]

Le sorprendíó la petición del mayor, aquella manera le había removido algo en él, sus manos aún unidas sin separse, úna parte de él le pedía a gritos hacerle caso a Lestad y quedarse con él, pero la contraparte era huir, salir cómo un cobarde ante los sentimientos que empezaba a experimentar.

No...no lo sé-dijo observándo sus manos-¿por qué debería?-preguntó casi en un susurro, deseando quedarse, pero necesitaba escuchar de sus labios el porqué le pedía de esa manera desesperada que se quedara con él, desaba que aquella respuesta sobrepasara sus espectativas...

Cerró los ojos, para evitar derramar las lágrimas que se galopaban por salir de ellos, frustración, esa era la palabra correcta, dolor, era una llamarada intoxicante, venenosa que se apoderaba en su corazón nada humano. ¿Cariño?, esperó escuchar de aquellos labios de rojos y brillantes, o algún pensamiento relacionado a ello. Pero era el simple deseo carnal, palpable y sonante a lo que se refería cuando le pidió quedarse.

“Ja, esperar un cariño por un extraño”, se mofó de él mismo al pensar sobre ser querido. No armaría un drama de esto, y su opción más lógica era retirarse, como hace unos momentos iba hacerlo.

Disculpe…pero no deseo esto.

Musitó con voz clara, pero su tono era apagado, separándose y levantándose con gracia de las piernas del mayor, para luego dirigirse a la salida, volteó una vez más, visualizando el rostro del mayor, para luego gesticular:

Buenas noches, Lestad.

Abrió la puerta y sin más dio un paso hacia el exterior, la lluvia ya no era nada, sólo unos diminutas e imperceptibles gotas de agua cayendo del cielo.

Dio un paso más, observando el paisaje que le otorgaba el exterior, frío, vano...

Cruzó la cera, con paso ligero, despeinando sus cabellos, tratando de olvidar aquel tipo que le había robado su primer beso.

-Demonios-
Másculló algo divertido

-Se oyó cómo si fuese una colegiala-
Acotó en son de burla, riéndose ligeramente de sus ocurrencias.

Para cuando ello, notó su cuerpo más ligero...¿ligero?; abrió sus ojos, parapadeándo rápidamente, había olvidado sus cosas en el café, tenía que regresar y él aún no estaba preparado para ello.

-Quizás ya se halla marchado...-
Tomando valor, respiró ondo, y regresó hacia el café nuevamente.

Le sorprendió escuchar la voz afanosa del mayor, pero le causó gracia las palabras dichas por este. Respondiendo en un tono más animoso.

Mis cosas corazón

Para luego caminar hacia ellas, las cuales estaban a un paso de él.

Ya al haberlas cogido, se giró hacia Lestad, con una sonrisa de lado.

Pensé que ya te habías retirado...

Nuevamente fui llevado hacia él, sentado, nuevamente en sus piernas, escuchando lo que había dicho de aquella manera que hacía que me estremesiera.

No cariño, debo de volver...

Dije separando ligeramente su rostro del mío, el cuál se volvía a colorear de un tono rosado.

Mmm...

Retiró la mirada al no saber que contestar, no se quería ir, pero sabía que si se quedaba sucumbiría a los encantos del mayor, y aquello en parte le atemorizaba.

Soy como el conejo blanco de Alicia...

Dijo de manera cómica, tratándo de evadir la pregunta, y el sonrojo que crecía al sentir la mirada de el mayor posada en él.

-No...creo...que puedas...-

Dijo entre suspiros traicineros, que se escapaban de sus labios, sin permiso del chico de ojos azules.

Verse acorralado de esa manera sembraba temor en el menor, pero esos labios viajando por su cuello le distraían de su "plan" de escape.

-¿Qué harías si me resisto?-
Siseó, mientras trataba de escabullirse y liberarse del amarre de Lestad.

Si hace unos momentos había sembrado algo de temor, ahora se podría decir que se estaba apoderando de él el pánico.
Cerró los ojos con fuerza, para luego abrirlos a sentir sus labios en su pecho, mordiendo su labio inferior, para luego forcejear una vez más, en un intento de escape frustrado.

Sueltame

Siseó, cómo si estuviese dando una orden.

Sus mejillas brillaban, con un sonrojo furioso cubriendo su pálida piel, las palabras del pelirrojo repercuían en él.

-Corazón, debo de irme.-

Repitió nuevamente, crerrando sus ojos, las caricias propiciadas lo dejaban en un trance, del cual despertaba a su vez el miedo que se incrementaba.

-No querras también verme molesto.-

Susurró contra sus labios.

-Gracias-

Musitó agitado, acariciando sus muñecas, las cuales tenían superficilaes marcas por la fuerza ejercida por el mayor al sujetarlas con fuerza.

Ver al pelirrojo lamiendose los labios, fue una escena que terminó por enrojecerle por completo, cómo si fuese una manzana, madura, roja y brillante.

Sentir nuevamente el tacto del mayor al colocarle la chaqueta hizo que tuviera un mareo repentino, tantas emociones juntas parecía haberle afectado de sobre manera, cayendo sobre el pecho del mayor.

Después de unos minutos, el menor empezaba a dar rasgos de querer despertar, al moverse ligeramente, mientras fruncía el seño y movía ligeramente sus labios.
Lentamente sus ojos empezaron a abrirse, se sentía desubicado, perdido, pero a la vez cómodo, aletargado. La voz de lestad diciendo su nombre, terminó por traerlo de vuelta, ubicando al mayor, y observándolo.

-¿Qué ocurrió?-

Preguntó tocando ligeramente las sienes, esperando que le aclarase lo ocurrido el mayor.

-Desmayo...-

Musitó cómo si con ello recordase algo, suspiró y siguió al mayor hacia donde el se dirigía, la cocina.
-Gracias-

Dijo con voz sincera, calmada. El mayor había sido mucho más que condescendiente con él, y el estaba agradecido con ello.

-Lamento haber sido una molestia...-

Decía tomándo asiento, en una de las sillas de la mesa de la cocina, bebiendo el agua que el mayor le había entregado.