busqueda del pasado (libre)

Umi abrió los ojos sobresaltado, se había quedado dormido. Mascuyó una maldición bajito, apenas quedaban unos minutos para que la comida estubiera lista.

Rápidamente salió de la bañera y se secó. Salió del baño con solo una toalla a la cintura y buscó en el bolso, sacó una camisa y un pantalón limpios. Sin perder un segundo se los puso.

Cuando estaba terminando de abrochar la roja camisa, Luna llamó a la puerta.

Sin decir nada siguió a Luna por el pasillo, caminaba medio distraido mirando a su alrededor, cuando su amigo se detubo de súpeto y se volvió.

La mirada penetrante de Luna lo puso nervioso, haciendo que se sonrojara...

- Umi...-le llamó pero se calló al aparecer el dueño, el cual los agarró a cada uno por el brazo y los arrastró al comedor.

Eso lo dejó confundido, al parecer Luna quería preguntarle algo y parecía ser algo personal, ya que no dijo nada mas al verse interrumpido por el dueño.

Miró su comida, tenía buena pinta, pero algo le preocupaba, cual sería la pregunta que quería hacerle Luna?. Levantó la mirada, y se encontró con la fija mirada de su compañero. Sonrojado observó como Luna bajaba la suya y se dedicaba a comer.

Eso lo descolocó aún mas, que sería tan importante que cambió el humor de Luna? Despues de unos minutos pensándolo, suspiró sin llegar a ninguna conclusión.

Encogiendo los hombros en un gesto de incomprensión se concentró en la comida.

- Ummm... está muy bueno -rompió el silencio en un intento de comenzar una charla. Luna sólo asintió sin mirarle.

- Parece que esta posada es muy conocida -miró a su alrededor sin rendirse.

Era cierto, el comedor estaba lleno de gente, unos comiendo, otros charlando y la mayoría simplemente llenando el cuerpo de alcohol.

Luna también miró a su alrededor. Una pequeña sonrisa asomó en su cara asintiendo.

"Al parecer algo le preocupa", pensó mirándole sin que este se percatara, "lo mejor será que no insista, cuando se sienta preparado me lo contará", suspiró bajito "o al menos eso espero".

Algo incómodo por el silencio, se dedicó a estudiar a la gente que se encontraba allí. Al parecer aquí hay casi tantos vampiros como humanos. Se sorprendió de encontrarse tan tranquilo a pesar de la situación en que se encontraba.

Definitivamente había cambiado, sonrió de lado al pensarlo. Apenas unos días atrás se habría enzarzado en una pelea sin pensarlo dos veces, y míralo ahora, comiendo tan tranquilo con ellos.

Observando mejor, también se dió cuenta que la mayoría de ellos no eran como los vampiros con los que se había encontrado en el pasado. Estos hablaban y reían animadamente con los humanos y otros que no estaba seguro de la raza a la que pertenecían.

Eso le sorprendió, y alegró, al final su sensei iba a tener razón una vez más. Y lo peor es que la próxima vez que lo viese tendría que reconocer su error, sólo de pensarlo tembló, ya se imaginaba todas las burlas de las cuales sería protagonista. Su sensei se lo estaría recordando hasta el día de su muerte.

Sonrió al pensarlo.

Despues de despedirse del posadero subió a su cuarto. Lo que le había contado le había afectado más de lo que estaba dispuesto a reconocer.

Las imagenes de lo que le había pasado a su familia se mezclaban con lo que el posadero le había contado.

Dió un puñetazo a la pared enfadado, la cuál sufrió una pequeña grieta, nada comparado a lo que sintió Umi en ese momento. Algo en su pecho le dolía.

Despues de dar varias vueltas en su cuarto tomó una decisión, sin demorarse un segundo salió de su cuarto, llamó a la puerta de Luna. Al no obtener respuesta, la forzó con una pequeña ganzúa que ocultaba en su bota.

Al entrar descubrió que aun no había llegado, dedicido se sentó a esperarlo en el sofá.

Despues de esperar lo que le pareció una eternidad, sintió su presencia, nada mas llegar lo arrinconó contra la pared agarrándolo por la camisa.

- Tenemos que hablar -informó- cuando pensabas contarme lo que te pasa? Acaso aún no confías en mi? -le soltó y le dió la espalda- creí que ya habíamos solucionado esto.

Luna no se movió de su sitio, sólo observó como su compañero paseaba por la habitación.

- He perdido la cuenta de las veces que me has salvado la vida -le encaró- luchamos juntos, pero al parecer aun no confias en mi lo suficiente para pedirme ayuda.

Le dió la espalda para que no pudiera ver el profundo dolor que anidaba en su interior.

- Si me lo pidieras, no dudaría en darte toda mi sangre -le miró fijamente- prefiero eso a tener que matarte con mis propias manos.

Se dirigió a la puerta y la abrió.

- Si lo has entendido, no lo vuelvas ha hacer -susurró antes de cerrar la puerta a su espalda.

Ahora era él el que no podía dormir.

-

Sintió como Luna se acercaba a la puerta de su cuarto y llamaba, pero no contestó, se sentía avergonzado por todo lo que le había dicho. Si bien era cierto que eso era lo que pensaba, el no era nadie para recriminar a su amigo por no contarle la verdad.

Había sido duro con sus palabras, había expresado lo que sentía al reñirle y ahora se sentía demasiado vulnerable para encararle.

Sigiloso se acercó a la puerta, apoyó su espalda en ella y se dejó caer hasta quedar sentado.

En silencio escuchó las palabras de Luna cerrando los ojos. Lo que le decía se clavaba en su corazón.

Ignoraba que Luna sufriera tanto al querer evitar ser como los demás vampiros. Se sentía mal al haber estado a su lado y no haberse dado cuenta del sufrimiento de su amigo.

Se levantó con unas enormes ganas de abrazarlo, al darse cuenta de esto se detubo, se asustó, si no tenía cuidado se dejaría llevar y acabaría haciendo algo que molestara a su amigo. Y eso era lo último que quería, no se sentía capaz de volver ha estar solo.

Lo que acababa de decir Luna lo sacó de sus pensamientos, eso sonaba como una despedida. Se apresuró en abrir la puerta.

Antes de hacerlo escuchó la disculpa de Luna, lo conocía lo suficiente para saber que le había costado pedir perdón. Eso hizo que su corazón latiera mas fuerte, saber que era importante para su amigo lo alegró.

Abrió la puerta y se encontró frente a Luna, no sabía que decirle.

- No... no pasa nada... -levantó la mirada encarándolo y sonriendo- pero la proxima vez... cuenta conmigo... vale? -le pidió ofreciéndole la mano en señal de paz.- yo también lo haré.

Luna la estrechó, ambos sonrieron aliviados.

- Al parecer somos un par de tontos... -bromeó divertido por la situación intentando romper le tension anteriormente vivida- será mejor irnos a dormir es muy tarde -llevandose una mano a los ojos en señal de cansancio.

Sin decir nada mas cada uno regresó a su cuarto. Umi suspiró al cerrar la puerta, la descarga que recorrió su cuerpo cuando Luna estrechó su mano no lo había dejado indiferente. Otro suspiro salió de sus labios, no sabía como terminaría aquello.

Sacudió la cabeza sacando estos pensamientos de la cabeza. Nada más tumbarse en la cama se quedó dormido.

Unos suaves golpes en la puerta lo despertaron. Aun medio dormido se levantó y abrió la puerta. Luna le saludó con una sonrisa en la cara.

- Muchas gracias -dijo cediéndole el paso para que entrara frotándose un ojo aun medio dormido- no deberías haberte molestado -sonrió agradecido cogiendo el paquete con la ropa que su amigo le entregó.

Sacó las prendas del paquete observando las hermosas prendas que le había obsequiado.

- Si me das unos minutos para asearme desayunaremos juntos, o mas bien comeremos -bromeó mirando la hora.

Luna sonrió por el comentario y Umi desapareció en el baño para asearse. Quince minutos mas tarde salió duchado y listo, con las prendas que Luna le había comprado, las cuales se componían de un pantalón de cuero negro bastante ceñido en comparación a los que solía usar, pero sin dejar de ser cómodo y una camisa de manga larga del color del vino. Al final se decidió a ponerse el caleco negro tambien de cuero.

- Me siento un poco estraño poniéndome ropas tan elegantes -reconoció algo avergonzado. - aunque reconozco tu buen gusto -se rascó la cabeza algo nervioso.

Luna sólo lo observó divertido. Umi se apresuró a recoger todo y meterlo en su bolso. Al hacerlo recordó algo.

- Tengo una idea -exclamó buscando en uno de los bolsillos interiores del bolso- esto me lo regaló hace tiempo un mercader por salvar a su esposa de unos licántropos que atacaron su caravana en el bosque -le dijo mostrándole un pequeño broche de oro con unas pequeñas piedras verdes y blancas incrustadas, su diseño de el de un trebol de cuatro hojas -me dijo que me traería suerte en mi viaje, me gustaría que te lo quedaras -se lo entregó en la mano.

- Y no aceptaré un no por respuesta. -cruzó los brazos para darle más énfasis a sus palabras, para luego sonreir contento.

Sin esperar una respuesta salió por la puerta, Luna se quedó observando el objeto con una extraña expresión.

Umi estaba feliz, la discusión de la noche anterior había derrumbado otro muro mas de los que se interponían entre ellos. Y eso era un alivio para él, de alguna forma Luna se estaba transformando en algo más que un amigo para él y eso lo alegraba, aunque aún no sabía a ciencia cierta por qué.

Despues de mucho tiempo había dormido bien, sin ningún mal sueño, ni ninguna pesadilla del pasado. Sabía que eso se lo debía a Luna, sonrió al darse cuenta de esto último.

- Si no te apuras, me comeré toda la comida de la despensa -gritó desde el pasillo.

- La comida está muy buena, deberías probarla -contestó después de probarla- deberías comer un poco.

Se centró en su comida, evitando la inquisidora mirada de Luna que le ponía nervioso y hacía que un ligero sonrojado subiera a sus mejillas.

- Mi cumpleaños? umm dejame pensar.... -racandose la cabeza- es a mediados de enero, aunque no recuerdo bien la fecha... -se disculpó bajando la mirada- mi padre siempre decía que Luan y yo nacimos en una noche en la cual hubo una gran tormenta de nieve, y que era imposible salir de casa, ni siquiera el doctor del pueblo pudo venir a nuestra casa -sonrió al recordar como describía lo nervioso que se había puesto su padre- por suerte para nosotros, esa noche unos amigos de mi padre se habían quedado a pasar la noche por la misma causa. -una luz se iluminó en su mente- ahora que lo recuerdo -exclamó- mi madre siempre decía que nosotros no estaríamos aqui si no hubiera sido por... como se llamaba... -esforzandose en recordar- a ya me acuerdo Light Bonkrovich -sonrió- ahora que lo pienso... su apellido es igual al tuyo -lo miró sorprendido- ya es casualidad- sonrió sin darle importancia.

Siguió comiendo hasta terminar su comida. La mirada penetrante de su amigo lo ponía nervioso.

- Y el tuyo cuando es? -preguntó curioso despues de un largo rato callados, para romper el silencio algo incómodo que se había formado.

- Seguro que eres mas joven que yo -medio bromeaba, ya que desconocía su edad y por la aparencia parecían de la misma edad

- Y si es así tendrás que tratarme de usted -cruzó los brazos para darle más veracidad a la broma, aunque por la mirada de Luna parecía que no surtía efecto- por si te interesa tengo casi veinte años.

-No hace falta que me lo pida -le susurra al posadero- le debo demasiado como para dejar que algo le pase -sonríe alejándose de él y siguiendo a su amigo.

Siguió a su compañero en silencio, el pueblo estaba muy animado a aquella hora. Miró a su alrededor, era divertido ver que aun quedaba gente que vivía en paz, aunque personalmente prefería lugares sin tanto bullicio, su vida de nómada le había acostumbrado a los lugares tranquilos, y se sentía estraño con tanta gente a su alrededor.

- No me molesta -contestó saliendo de sus pensamientos- ademas, puede ser divertido ver donde trabajas, además que me intriga alguién que es capaz de asustarte -respondió bromeando divertido.

Luna lo miró fijamente, sin saber que contestar. Eso sólo hizo que Umi riera habiertamente.

- No te enfades, solo bromeaba -intentando no reir- no tienes que agradecerme nada, -refiriendose al broche.

Siguieron caminando en un tranquilo silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos, pero sin dejar que ello fuera incómodo.

Despues de algunas horas caminando, una pequeña pero divertida duda inundó la mente del cazador.

- Oye Luna! tu crees que tu jefe se tragará lo de que somos hermanos? -le miró sin dejar de caminar -es que si te fijas un poco, no nos parecemos nada fisicamente y ya no te digo si le añadimos la raza -rascándose la mejilla.

Luna se quedó pensativo antes estas palabras. Ante su silencio, Umi decidió volver a hablar.

- Una solución sería decir que somos hermanastros, -cruzándo sus brazos tras su nuca- despues de todo ambos tenemos el pelo oscuro, y es bastante creible -sonriendo- será divertido llamarte hermano mayor -poniendo enfasis en la última palabra.

Casi de inmediato, despues de decir las últimas palabras, sintió como algo se rompía en su interior, su corazón le decía que jamás podría tratar a Luna como un simple hermano. El quería que lo tratara como algo más. Sacudió la cabeza ante estos pensamientos.

- No puede ser... -susurró abriendo grande los ojos al darse cuenta de lo que eso podía significar.

Su corazón comenzó a latir fuertemente, intentó tranquilizar la respiración antes de que su compañero se diese cuenta de su estraño comportamiento.

Despues de un rato, su cuerpo se tranquilizó. Se sintió aliviado, si Luna le preguntaba que le sucedía, no sabría que contestarle sin tener que mentirle, además Luna era listo, y si descubría lo que pasaba seguramente le repudiaría.

Con estos pensamientos siguió caminando en silencio, hasta que algo lo sacó de ellos.

- Te has dado cuenta, no? -susurró para que sólo Luna le escuchara- alguien nos sigue, y creo que son varios.

El poder de Luna era sorprendente, ni siquiera el podría decir con tanta exactitud cuantos eran sin equivocarse, y mucho menos decir como iban armados.

Escuchó con atención lo que su amigo le decía, si todo era cierto, sería difícil enfrentarse a ellos sin el riesgo de que alguno escapara y alertara a los demás. Y también era cierto que sería imposible llegar al pueblo vivos si los atrapaban.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió como Luna lo abrazaba por la espalda, ese contacto hizo que una descarga eléctrica recorriera todo su cuerpo. Hizo un enorme esfuerzo para no gritar, evitando alertar a sus enemigos y lo más importante, que Luna viera su enorme sonrojo.

Despues de unos minutos que le parecieron siglos, Luna se separó de él, con rapidez se levantó con la escusa de sacudirse la ropa y evitar que viera el color de sus mejillas, las cuales sentía ardiendo en aquel momento.

- Tienes razón - afirmó mirando el sendero que habían dejado, por el cual se habían ido las copias creadas por Luna- será mejor buscar otra ruta para llegar, esta ya no es segura. Tu poder es increible -admiró mirándole a la cara.

Sin decir nada continuaron el camino, ahora internándose en el bosque, no podía evitar recordar lo que había sentido cuando lo había abrazado, cada vez que sus miradas se cruzaban, causando un leve sonrojo en sus mejillas.

La pregunta de Luna le sorprendió.

- No... no pasa nada... -contestó algo nervioso- creo que el resfriado de la cueva aún no me ha avandonado -mintió. Odiaba decir mentiras, pero era preferible a decir lo que realmente le pasaba.

- Estate tranquilo, no estoy cansado -sonrió mirándole- además ya falta poco no?

Siguió caminando sin esperar una respuesta, cada vez le costaba más disimular lo que sentía, esto era nuevo para él, y no sabía como debía actuar, el miedo a ser rechazado era demasiado incluso para él.

Despues de caminar un par de horas, divisó en la lejanía las siluetas de unas casas.

- Ese es el lugar a que nos dirigimos no? -rompió el silencio señalando las casas- pacere mas grande que cualquiera de los lugares por los que hemos pasado - descubrió sorprendido.

- Será muy dificil descubrir alguna pista sobre mi hermano -reconoció - pero eso no me detendrá -se dio animos sonriendole a Luna -además ahora cuento con la ayuda de un gran amigo. -miró para otro lado sonrojado por las palabras dichas pensando, algún día mi lengua me meterá en verdaderos líos.

Siguió caminando hacia el pueblo seguido por Luna.

- Cómo haremos para entrar sin levantar sospechas? -se paró girándose esperando una respuesta.

Suspiró mas tranquilo, todo había sucedido muy rápido. Primero, cuando entraron al hospital, todos habían rodeado a Luna con una calidez que Umi envidió, era increible el cariño que le tenían alli. Sin darse cuenta se encontró en un rincón del pasillo, pero no fue mucho tiempo, ya que al parecer Luna se dió cuenta, y se acercó a él presentándolo a sus amigos.

Cuando se dió cuenta estaba rodeado y abrazado por hermosas enfermeras, esto lejos de alegrarle, le disgustó puesto que lo habían separado del suave abrazo de Luna. Mas su nerviosismo le impidió decir lo que pensaba, además que no le dejaron hablar, haciéndole un millon de preguntas que no pudo contestar.

Justo cuando estaba a punto de explotar, ya que no le gustaba estar rodeado de tanta gente, eso lo ponía nervioso, un grave grito lo sacó de sus pensamientos homicidas.

Ese grito lo alertó, estaba a punto de empuñar su arma, pero se lo pensó mejor, y mas al ver el rostro de todos. Parecían temer esa voz pero nadie huyó. Enseguida se dió cuenta de que se trataba del jefe de Luna, el verlo siendo arrastrado por el confirmó sus sospechas.

Despues de escuchar los comentarios de las enfermeras y médicos, se sintió mas aliviado, al parecer solo sería una regañina. También se dio cuenta que su amigo era muy preciado por sus amigos, y al parecer era aun mejor doctor de lo que el pensaba. Este pensamiento de alguna forma le hizo feliz. Aunque la idea de que estuviera rodeado de esas enfermeras no le gustó, reconoció que se sentía celoso por ello, muy celoso.

- Si, te sigo -la llamada de aquel doctor, o eso parecía por la bata blanca que llevaba, lo sacó de sus pensamientos. - sonrió ante el comentario sobre los libros.

Una vez solo, observó mas detenidamente el espacioso despacho. Era hermoso y ordenado, había un montón de objetos en las estanterías, y era cierto que había pocos libros y casi todos ellos de medicina. Pero eso no fue lo que llamó su atención, sino las fotos que había en uno de los muebles, se acercó para verlas mejor.

Eran varias, algunas mas viejas que otras, en ellas pudo observar a Luna en distintas situaciones y lugares. Rodeado de gente sonriendo, en una se observaba a su amigo al lado de una cama en la que estaba sentado un niño que sonreía dulcemente, Umi llegó a la conclusión de que debía de ser uno de los tantos pacientes a los que el había salvado. Siguió recorriendo las fotos con la mirada, vió varias situaciones parecidas, aunque Luna cambiado, dando a entender que había madurado.

Hubo una en especial que llamó su atención, era mas vieja que todas las anteriores, en ella se podían observar a dos personas con un niño en medio, la cogió en la mano para observarla mejor. Reconoció a Luna, era el niño pequeño que sonreía en la foto, incluso cuando era pequeño tenía aquella pícara sonrisa que a Umi tanto le gustaba, observó a los adultos que estaban en la foto, sin duda debían ser sus padres. Se pacería mucho a su padre físicamente, pero sin duda los ojos y la sonrisa eran de su madre. Pasó una mano por el retrato del pequeño Luna con dolor.

- En el fondo somos tan parecidos -susurró- me gustaría poder curar tus heridas, pero como voy a hacerlo si ni siquiera he podido curar las mías...

Volvió a colocar la foto en su sitio sin darse cuenta de que la puerta se había abierto suavemente.

- Me encanta -sonrió- es muy hermosa e iluminada -hacercándose a la ventana y viendo las vistas- además se ve casi todo el pueblo. -se dió la vuelta sonriendo- no sé como agradecerte todo lo que estás haciendo por mí.

Luna sonrió saliendo de la habitación para dejar sus cosas en la suya. Umi hizo lo mismo, desempaquetó sus escasas pertenecias y las dejó en el closet. Pero primero de todo se sacó las armas dejándolas al lado de la cama apoyadas en la pared.

Era cierto que ha Luna le gustaba el orden, no había nada fuera de lugar en aquella casa, eso lo intimidó un poco, no recordaba la última vez que había estado en un verdadero hogar. Todo recordaba a Luna mirara donde mirara. Eso lo alegraba en el fondo del corazón.

Salió de la habitación buscando a su compañero, había tres puertas mas aparte de la suya, cuando iba a averiguar cual era la de Luna, sintió ruidos abajo, siguiéndolos llegó a la cocina, allí se hayaba él colocando las cosas en el armario.

Umi decidió ayudarle a colocarlas, pasándole las cosas, ya que el desconocía su lugar, era increible incluso en la cocina estaba todo completamente ordenado.

- La próxima vez yo me encargaré de las compras -sonrió pasándole unas latas de comida- ýa bastante haces con hospedarme en tu casa, yo me ocuparé de esos gastos, es lo justo -añadió antes de que protestara- además me ocuparé de la cocina -observando que casi todo lo que había en la halacena eran precocinados y comidas rápidas- eso si no te importa -sonrojado al sentirse observado por Luna.

Luna se lo quedó viendo sin contestar, Umi nervioso intentó cambiar de tema observando absorto por la ventana uyendo de su mirada fija.

- Deberíamos comenzar a buscar información por los suburbios del pueblo, la mejor información siempre se consigue en esos lugares -sonrió de lado, guiado por la experiencia- aunque es lo mas peligroso, es el método mas rápido. - Luna asintió dándole la razón.

- Pero aqui es distinto -apoyándose en la pared cruzando los brazos y los ojos cerrados- hay demasiados vampiros mezclados con los humanos -ladeó la cabeza evitando la mirada de su amigo- lo siento, -se disculpó por su comentario- aun me cuesta algo reconocer que existe gente como tu -sonrió sinceramente- además por los suburbios pululan seres de la peor calaña -bajando la mirada, acariciando su brazo derecho inconscientemente- nunca sabes quien intentará apuñalarte por la espalda.

Sacudió la cabeza sacando viejos pensamientos de su cabeza.

- Lo único que lamento es meterte a ti en estos problemas -susurró triste- haré lo imposible para que no salgas dañado, -prometió- si la cosa se pone peligrosa, nos separaremos, no soportaría que te sucediera algo por mi culpa -con dolor en los ojos.

Al sentir la puerta de la entrada cerrarse de nuevo, dejó deslizarse su cuerpo por la pared hasta quedar sentado en el suelo con las piernas medio flexionadas.

- ¿Que fue eso? -se preguntó aun temblando -que fue eso que sentí? -abrazándose a si mismo- estoy perdido -cerrando con fuerza los ojos -si descubre lo que siento me repudiará -susurró con angustia.

No sabía cuanto tiempo había permanecido en esa posición. Solo el ruido de la gente de la calle se escuchaba. Tan metido en sus pensamientos había estado que no se había dado cuenta del pasar del tiempo.

Ya mas calmado decidió levantarse, lo último que necesitaba era que Luna lo encontrara así.

- Ahora debo concentrarme en encontrar a mi hermano -dijo decidido para si mismo- debo concentrarme en eso -intentando convencerse a si mismo- si no lo hago estaré perdido -aprentando los puños.

Miró a su alrededor, dándose cuenta de que estaba solo en una casa desconocida en un pueblo igualmente desconocido. Suspiró despues de un rato.

- No sé a que hora volverá Luna -meditó- por lo tanto salir no es una buena idea, seguro que volverá pronto.

Sin nada más que hacer, decidió cocinar algo de lo que habían comprado para matar el tiempo. Despues de buscar un rato lo que necesitaba, comenzó a cocinar.

Una hora había pasado cuando terminó de hacer la cena, y seguía sin haber noticias de su amigo. Abatido apagó el fuego para evitar que la cena se quemara.

- A donde has ido Luna? -preguntó al aire.

Sin ninguna hambre decidió subir a su cuarto. Se quitó toda la ropa quedando sólo con los pantalones.

- Un baño me sentará bien -se dijo a si mismo, dirigiéndose al nombrado lugar- como siga hablando solo terminaré en un manicomio -se burló de si mismo - he de reconocer que tiene buen gusto -admirando la belleza de la habitación.

Abrió el grifo de la bañera para se fuera llenando, mientras el se desnudaba y se daba una rápida ducha. Una vez terminado el aseo, se metió lentamente en la bañera, dejando que el agua lo cubrieray cerrando el grifo.

Cerró los ojos relajándose lentamente hasta casi quedarse dormido, ahora se daba cuenta que realmente estaba agotado, habían pasado demasiadas cosas en los últimos días, y ahora le estaban pasando factura.

Salió del agua antes de quedarse dormido, era demasiada la tentación el quedarse en el agua caliente.

Despues de enrollar una toalla a su cintura y secar su pelo azabache, recogió todo en el baño dejándolo igual que lo había encontrado.

Una vez terminado, se dirigió a su cuarto con lentitud debido al sueño, aun no habia noticias de su amigo, eso lo entristeció. Suspirando por ello, se puso un viejo pantalón corto a modo de pijama y se metió entre las suaves sábanas blancas.

Decidió permanecer despierto hasta que Luna volviera, pero el sueño le venció, rindiéndose a los brazos de Morfeo.

Su sueño era tan profundo que no sintió el regreso de su amigo.

El sonido de los pájaros lo despertaron, lentamente abrió los ojos estirándose en la cama. Había dormido bien, hacía mucho que no dormía tanto.

- Hora de levantarse -se dijo a si mismo, saltando de la cama, se dirigió al baño y se aseó. Al terminar volvió al cuarto para vestirse, cuando terminó recogió y ordenó todo antes de salir con rumbo a la cocina.

Por el camino no se encontró con Luna, supuso que todavía estaría durmieno, ya que debió llegar muy tarde el día anterior.

Decidió hacer el desayuno, sacó lo que necesitaba, pero al verlo se dió cuenta de que necesitaba pan.

- Saldré a comprarlo -cogiendo su abrigo y un par de dagas que escondió entre sus ropas, como protección.

Al salir a la calle se dió cuenta que la casa estaba cerca de un mercado, eso lo alegró, no quería alejarse de la casa, el pueblo era demasiado grande, y la idea de perderse o meterse en alguna calle conflictiva sin saberlo no le gustaba nada, no por cobardía sino para evitar meter a su amigo en problemas y cargarse el montaje de que eran hermanos.

Pensando en esto pero sin bajar la guardia llegó al mercado, buscó con la mirada donde vendían pan, se dio cuenta de que debía internarse mas en el mercado, decidido así lo hizo.

Observó que estaba muy concurrido, gente de toda clase se reunía alli a comprar. Discutían y regateaban el precio de las cosas, esto le recordó a su infancia, cuando iba en familia a las ferias que se organizaban cuando había fiesta.

Sin darse cuenta llegó a un puesto donde vendían toda clase de dulces y pasteles. Despues de observar durante un rato se decidió.

- Por favor deme una docena de estos -señalando unos bollos dulces que tenían un aspecto delicioso- y un par de estos -señalando unos panes recíen horneados.

- Tiene suerte acabamos de hornearlos -le contestó el joven dueño.

- Gracias -sonrió despues de pagar todo, alejándose del lugar. -creo que también debería de comprar algo de verduras y carne.

Despues de comprar todo lo que necesitaba volvió a la casa. Al llegar se dió cuenta de que Luna ya se había despertado al sentir su presencia en el piso superior.

Casi corriendo, se dirigió a la cocina a preparar el desayuno. En ello estaba cuando su amigo apareció por la puerta.

- Buenos dias -saludó sin mirarle, ocupado en la cocina- sientate, esto está casi listo.

Al terminar, sirvió el desayuno consistente en zumo, los bollos, pan tostado con mantequilla y leche caliente.

- Espero que te guste -sentandose frente a el cogiendo uno de los bollos y mordiéndolo- umm están muy buenos.

Desayunaron en silencio, Luna estaba muy callado y eso puso nervioso a Umi, no sabía como reaccionar a la mirada fija de su compañero.

- Por donde empezaremos a investigar? -preguntó sin saber que mas decir para romper el silencio de su amigo.

Tan metido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando Luna lo había rodeado por la espalda y susurrado aquellas palabras en su oido. Sólo sintió un escalofrío que recorrió su espalda. No dijo nada por temor a que le fallara la voz.

Se levantó cuando sintió que su compañero entraba en su cuarto, con temblor aun en las piernas lo imitó y se dirigió a su cuarto para asearse. Cuando terminó, recogió su abrigo negro que ya antes había usado y bajó las escaleras, Luna ya le estaba esperando.

Le siguió en silencio por las calles, observando lo bien que le quedaban las ropas que llevaba, y no parecía ser el único que se había dado cuenta, varias mujeres y algunos hombres se lo quedaban observando con raras miradas. Al darse cuenta de esto se acercó mas a su compañero, en señal de que su amigo no esta al alcance de ellos, como si fuera su pertenencia.

Cuando se dió cuenta de lo que estaba pensando, se reprendió a si mismo, aquello no estaba bien. Luna jamás correspondería a sus sentimientos, y cuanto antes tubiera esto claro, mejor sería para su pequeño corazón.

Despues de deambular por las calles preguntando a unos y a otros. Se sentaron en una banca, aquello era agotador, pero a diferencia de su amigo el ya estaba acostumbrado.

A pesar de ello el desánimo le inundó por unos segundos. Menos mal que Luna lo sacó de estos pensamientos dándole el ánimo que el necesitaba.

- Tienes razón Luna -se levantó imitando a su amigo- no debemos rendirnos, cuando menos lo esperemos una luz se abrirá en nuestro camino -habló con la voz de la experiencia- si algo he aprendido es a no rendirme facilmente -sonrió caminando.

- Creo que deberíamos buscar en las posadas que hay cerca -volteándose a mirar a su compañero que se había quedado algo atrás. - date prisa hermano o se hará de noche. -regresando y tirando se su brazo para que se apresurara.

Asi estubieron lo que quedó de día, pero con el mismo resultado, al parecer nadie había visto a su hermano, eso deprimió algo a Umi, aunque lo disimuló bien. No quería que Luna se diera cuenta de cómo se sentía, le estaba ayudando mucho, y eso era algo que él nunca podría pagarle.

Ya había anochecido cuando llegaron a casa, demasiado cansados para cocinar nada, comieron lo que Umi había echo la noche anterior. Nada mas terminar de cenar Luna se excusó desapareciendo en uno de los cuartos que parecía ser su estudio, Umi supuso que para terminar sus trabajos atrasados, esto lo hizo sentirse algo culpable, el jefe le había reñido por su causa.

Sacudió la cabeza para sacar estos pensamientos de su cabeza, sentándose en el cómodo sofá del salón. Despues de un rato sacó el pequeño medallón que llevaba colgado al cuello y lo abrió, dentro podía apreciarse una diminuta foto en la que aparecían dos niños pequeños que eran iguales que dos gotas de agua, el que parecía un poco mas alto abrazaba al otro.

- Luan espero que estés bien -susurró aprentando el medallón en su mano. Despues de casi una hora, decidió retirarse a su cuarto, el día había sido agotador, al caminar por el pasillo, se dió cuenta de la luz en el cuarto ocupado por Luna permanecía encendida, se dirigió a ella. Segundos antes de llamar a la puerta, se lo pensó mejor y decidió que no debía molestarle.

- Soy un cobarde -susurró para si mismo dirigiéndose a su cuarto.

El suave ruido de la puerta de la entrada lo despertó, sintió a alguien caminar por la casa, sin hacer ningún ruido se levantó de la cama y salió al pasillo.

- ¿A donde fuiste tan tarde?- preguntó con los brazos cruzados cuando se encontró frente a él.

Luna sólo lo observó en silencio inspeccionándolo, esa mirada lo puso nervioso, ahora se daba cuenta de que sólo llevaba unos pantalones cortos puestos como pijama, con las prisas no se había puesto nada.

- Está bien si no quieres contestar -suspiró dandose la vuelta, quería evitar que se diera cuenta de su sonrojo, que ya se hacía costumbre en su rostro- despues de todo no tienes que darme explicaciones de todo lo que haces.

En silencio volvió a su cuarto, el silencio de su compañero lo había herido, sentía como que lo apartaba de él. Sacudió la cabeza intentando sacar estos pensamientos de su cabeza. Luna era su amigo, era normal que necesitara su espacio personal, uno que sin querer Umi había invadido.

A la mañana siguiente se levantó temprano, no había dormido bien, y unas leves ojeras lo delataban. Como cada mañana se aseó y bajó a la cocina a preparar el desayuno. Como era temprano decidió salir a comprar bollos, los del día anterior le habían gustado.

Caminaba por las calles que se empezaban a llenar de gente, unos abriendo los puestos y otros para hacer lo mismo que él.

Compró lo que necesitaba, como era temprano decidió dar un paseo para conocer más el pueblo, eso si, sin dejar las calles principales.

Tras unos minutos de paseo, se dió cuenta de que alguien lo seguía. Sin dejar de caminar haciéndose el despistado, se introdujo en un estrecho callejón.

Su perseguidor también entró, miró a un lado y a otro. Al parecer le había perdido.

- Vaya, vaya! -sonrió de lado apoyado en la pared a espaldas de él- nunca creí encontrarte aquí Draken.

- Eso debería decirlo yo, no crees? -se burló el otro, sacando disimuladamente una daga- un cazador entre sus presas, debes estar muy loco para meterte en la boca del león.

- No hagas tonterías -poniendose en guardia- si no te maté la otra vez, es por que sólo eras un ladrón.

- Tranquilo, sólo quería asegurarme, además no tengo ninguna oportunidad contra ti -guardándo la daga, sabiendo de lo que hablaba- si me lo contaran no lo creería, tu en este lugar.

- Si es cierto -sonrió de lado- llegué aquí siguiendo un rastro.

- Ahhh, es verdad... buscabas a alguien... a tu hermano si no me equivoco... -rascándose la cabeza recordando la historia.

- Así es-no queriendo dar detalles- aun no me has contestado el por que estás tu aquí. -mirándole fijamente.

- Ya sabes... buscando el tesoro perfecto- sonriendo con suficiencia.

- Algun día encontrarás la muerte -suspiró resignado- haremos un trato, tu y yo no nos conocemos de nada.

- Me habla a mi señor? -sonrió el otro.

- jjeje, un último favor -le susurró cerca- si llegaras a ver o saber algo de alguien que se me parece mucho llamado Luan, me lo harás saber?

- Eso ni lo dudes, -haciendo una reverencia- te debo la vida de aquella vez, y así estaremos en paz.

- Gracias -agradeció- y ten cuidado, creo que por aqui no le tienen mucho aprecio a los ladrones -dijo despidiendose y abandonando el callejón.

- No sería divertido si no fuera asi -desapareciendo de su vista.

Umi regresó a la casa, por un lado se alegraba de haberle encontrado, pero ello también le recordó que podría encontrarse con algun enemigo.