busqueda del pasado (libre)

Nada mas entrar en la cocina vió el cuadro: un fuerte olor a quemado y mucho humo por todas partes, pero eso no fue lo que llamó su atención. Sino a su amigo Luna lleno de algo que parecía atún quemado aunque no estaba muy seguro, despues de darle un rápido vistazo se alarmó, su mano no paraba de sangrar.

- ¡que demonios ha pasado! -gritó soltando las cosas encima de la mesa- esto parece grave -cogiendo la mano de su compañero y observándola.

- Lo primero es limpiar la herida -susurró llevándolo hacia su baño sin perder el tiempo, con sumo cuidado lavó la herida, comprovando que quedara limpia. - te encuentras bien? -observando su palidez- será mejor que te sientes -sentándolo en la cama. despues de envolver la herida en una toalla- creo que en la cocina hay un pequeño botiquín -saliendo deprisa de su habitación.

Al llegar a la cocina, buscó el nombrado botiquin y lo abrió, encontró lo que buscaba, sin demora regresó junto a su amigo.

Al entrar, pudo ver que su amigo se había recostado en la cama, parecía algo mareado, y no era para menos despues de toda la sangre que había perdido.

Lentamente se sentó a su lado, y comenzó a desinfectar la herida con alcohol, se sorprendió de que no se quejara, al observarle comprobó que había cerrado con fuerza los ojos, si definitivamente le dolía.

- Tranquilo ya casi termino -susurró soplando la herida en un intento de aliviar su dolor. Con mucho cuidado vendó la herida- esto ya está, te traeré un vaso de agua para que lo tomes con un calmante.

Volvió salir y regresó con lo dicho. Casi tubo que obligarle a tomarlo, recordándole a cuando el era pequeño, tampoco le gustaban las medicinas, sonrió de lado, parecía mentira que fuera un médico.

- Ahora descansa un poco ¿vale? -le regañó- si necesitas algo me llamas -iba a añadir algo, pero Luna se había quedado dormido.

Suspirando bajó las escaleras, entró en la cocina.

- Parece como si hubiera pasado un tornado -susurró.

Con determinación se quitó el abrigo y remangó la camisa, "cuanto antes lo haga, antes terminaré", se dio animos.

Despues de recoger todos los cristales y trozos de algo que parecía una lata, del atún, supuso. Limpió la cocina y el fogón, lo peor fueron las paredes. Si hasta el techo había sufrido el "ataque". Con ayuda de una silla y una escoba con un paño, consiguió limpiarlo todo. Sólo quedaba el suelo, lo cual sólo le llevó unos minutos.

- Supongo que intentaba cocinar algo -reflexionó- creo que necesita unas clases de cocina con urgencia -bromeó para si mismo- creo que esto de hablar solo se está conviertiendo en una costumbre -sonriendo.

Despues de un rato, terminó de preparar un sencillo guiso, subió a comprobar como se encontraba su amigo. Abrió con mucho cuidado la puerta.

- Ya despertaste bello durmiente -bromeó entrando con la bandeja- espero que aun tengas hambre -sonrió dejandola en el regazo de Luna después de que este se sentara en la cama. -una vez que termines de comer, comprobaré la herida y me explicarás como se convierte una lata de atún en un arma explosiva -se burló de él, ya que su cara estaba pálida y seria- vale, vale, perdona... no pude resistir hacer la broma...

- Tendré que darte unas clases de cocina cuando tengamos algo de tiempo, aunque creo que tendrá que ser despues de encontrar a mi hermano -meditó mirando por la ventana- ahora estás muy ocupado ayudándome y con el trabajo del hospital, y apenas tienes tiempo de descansar... -mirando hacia la ventana con un leve rubor en las mejillas- si quieres te enseñaré luego... si quieres claro... -rascándose la nuca nervioso.

El silencio envolvió la habitación ante las palabras de Luna. Umi al escucharlas y sentir la mano de su compañero se había quedado helado. Aunque esa no era la palabra exacta, puesto que podía sentir el fuego recorrer todo su cuerpo centrándose en sus mejillas que sentía arder.

Bajó la mirada azorado, Luna esperaba una respuesta y él no sabía que contestar sin descubrir sus auténticos sentimientos. Encontrando fuerzas donde no creyó hayarlas, levantó la mirada aún sonrojado.

- E-espero ser un buen "sensei" -fantástico, ahora resulta que soy tartamudo, se auto recriminó- q-quiero decir... te ayudaré en todo lo que pueda -bajando de nuevo la mirada.

La situación se había vuelto incómoda, Luna no dejaba de mirarlo fijamente, con algo que le pareció burla, pero no estaba seguro.

Sin saber que hacer, se dedicó a recoger la habitación, evadiendo su mirada. Y es que parecía que estubiera estudiando cada uno de sus movimientos, igual que un lobo acechando a su presa, y eso aún lo ponia mas nervioso si eso era posible.

- Será mejor que descanses un rato -ayudándole a sacarse las botas y arropándole como a un niño pequeño- volveré mas tarde para revisar la herida.

Apresurado salió del cuarto, despues de cerrar la puerta se apoyó en esta. "Que ha sido eso?", se preguntó sonrojado. Sentí como si su mirada atravesara mi cuerpo, abrazándose a si mismo, despues de dejar la vandeja en el fregadero de la cocina.

- Es sólo mi imaginación -susurró convencido- es imposible que el sienta lo mismo por mí, a lo mejor se ha dado cuenta de mis pensamientos y sólo se está burlando de mi -meditó despues de un rato, lavando los platos, en un intento de no pensar- seguro que es eso. -bajando la mirada.

Despues de una hora subió a ver como se encontraba Luna. Entró sigilosamente al observar que estaba dormido, se acercó a él despacio.

- Espero que no sea una burla de tu parte -susurró acariciando su pelo tímidamente- sería demasiado cruel -con mirada triste.

Tal como había entrado salió del cuarto, se dirigió al salón y se sentó en el sofá, donde se quedó dormido despues de un rato debido a los pensamientos que daban vueltas en su cabeza.

Un agradable calor lo inundó mientras estaba dormido, ignoraba el causante de esto, inconscientemente no quería que deapareciera, así que luchó para no despertarse, acurrucándose mas, igual que cuando era pequeño, en brazos de su madre.

Varias horas mas tarde despertó deshorientado, hasta que reconoció su cuarto, pero eso era imposible, es se había recostado en el sofá de la sala. Al levantarse, descubrió que lo que lo cubría no era una manta, sino el abrigo que había llevado Luna anteriormente. Al agarrarlo sintió el aroma de Luna impregnado en él, eso le hizo sonrojarse.

- Parezco una chiquilla enamorada -dejando a un lado el abrigo.

Se dirigió al baño para darse una ducha rápida. Ya bajo el agua, seguía con la mente a vueltas.

- Si yo no subí a mi cuarto... -abriendo grande los ojos- solo él pudo traerme... -susurró atónito- como es posible que no me derpertara -dando un golpe con la mano en la pared- debe pensar que soy un crio que se comporta como un idiota, que clase de cazador soy que no se despierta ni cuando lo llevan a cuestas... -se regañaba a si mismo.

Con estos pensamientos salió de la ducha y tras vestirse abandonó el cuarto, al pasar por la puerta de su compañero, comprobó que este no se encontraba dentro, al bajar las escaleras obtubo el mismo resultado tras registrar la casa.

- Debió salir... -agarrando su abrigo y haciendo lo mismo- aun no es muy tarde, puedo dar una vuelta, a lo mejor la suerte me acompaña, -comprobando que sus armas estaban en su lugar.

Tras deambular por las calles laterales a la principal, evitando siempre los oscuros callejones siguió caminando durante una hora mas o menos.

- Vaya, vaya, lo que tenemos aquí -hablaron a su espalda- pareces un niño perdido.

Al darse la vuelta, se encontró con un par de sujetos, no le hizo falta mucho para darse cuenta de que eran vampiros, y al parecer de la peor calaña.

Tienes razón -contestó el otro- pero si lo observas tiene un buen porte, seguro que sacamos bastante por el si lo vendemos como esclavo. -sonrió acercándose a él.

Umi permaneció tranquilo, sólo eran dos y no parecían peligrosos, aun así decidió no bajar la guardia.

- No vas a decir nada o gritar? -preguntó el primero y mas bajo de los dos.

- Sería mejor que os fuerais y me dejárais en paz -habló por fin Umi.

Los dos sonrieron ante sus palabras.

- Mírale, tambien tiene una bonita voz -bromeó el otro.

Cruzaron una mirada, como haciendo una señal, y se lanzaron al ataque. Despes de esquivarlos un par de veces, sacó dos dagas que tenía esconcidas en el cinturón y las lanzó. La primera acertó en el corazón del mas bajo, cayendo este al suelo y deshacíendose entre cenizas. Umi no tubo tiempo de observar esto, puesto que la otra daga no había dado en la diana, sólo había rozado su hombro.
El individuo también sacó un cuchillo, el cual blandió cerca de la cara de Umi, esta la esquivó rodando por el suelo, antes de su enemigo le atacara de nuevo, sacó la daga que le quedaba, la cual estaba escondida en su bota. Sin darle tiempo a reaccionar, la incrustó tambien en su corazón. Cayó muerto al momento.

Umi se levantó del suelo sacudiendo el polvo de las ropas, Lentamente se acercó al lugar que habían ocupado los cuerpos y recogió las dagas de entre las cenizas.

- Ya puedes salir, es espectáculo ya terminó -habló al que se encontraba a sus espaldas.

- Ha sido interesante -salió aplaudiendo de su escondrijo- nada nuevo en tí.

- Draken, al menos podias haberme echado una mano -con mirada furiosa- ahh, es cierto, tu solo te dedicas a robar.

- Pero si no necesitabas mi ayuda para nada -bromeó sentandose encima de unas cajas que había en el callejón.

- Nunca cambiarás cierto? -exasperado.

-jajja la vida es para divertirse -alzando las manos, para despues cruzar los brazos con gesto serio- en cuanto a lo que me pediste aún no descubrí nada...

- ... -cerró los ojos cansado.

- Aunque descubrí que los que llevan el trato de esclavos aqui en este pueblo son dos tipos bastante peligrosos, -advirtió preocupado- y ademas que no se llevan muy bien entre ellos, andan en continuas luchas por el terrritorio -señaló serio- deberías tener cuidado, no te enfrentas a un simple grupo de chupasangres estúpidos, son organizaciones.

- Haré lo que sea para encontrar a mi hermano -susurró para que solo su amigo lo escuchara- gracias por la información, si descubres algo más dímelo, pero es tu quien debe tener cuidado -le sonrió- intenta no meterte en muchos problemas -bromeó saliendo del callejón, con dirección a su casa.

- Yo no me meto en problemas, son ellos los que se meten conmigo -le gritó sonriendo, abandonando el callejón por la otra dirección.

Hacía unos minutos que se había separado de Draken, caminaba tranquilamente pero alerta por los oscuros callejones en dirección a la calle principal.

Alguien llamándolo lo hizo detenerse. Se giró rápidamente en un intento de no ser sorprendido en un ataque enemigo. Pero nada mas girarse se relajó.

- H-hola Luna -saludó nervioso, por la dirección en que su compañero se acercaba, estaba claro que había visto los restos de sus atacantes- no creí que te encontraría por aquí.

Luna sólo se acercó a él en el más absoluto silencio. Eso inquietó a Umi, al observar su rostro, lo encontró demasiado serio, incluso para el caracter de su amigo.

- Siento lo que has visto -se disculpó nervioso comenzando a caminar en dirección a la casa, al sentir que lo seguía continuó- salí en busca de algo de información, pero aquellos tres me atacaron... sólo podía defenderme... -evitando su mirada- ya se que no está bien, y menos cuando no queremos llamar la atención... pero se trataban de tratantes de esclavos... ellos mismos lo advirtieron antes de atacarme, ya que ese era el destino que me tenían preparado -miró al cielo- eso fue lo que me decidió a acabar con ellos, al menos ya ellos ya no atacarán a pobres victimas.

Luna continuaba metido en sus propios pensamientos sin contestar a lo que Umi había dicho y hecho. Ello asustó y enfadó al mismo tiempo a Umi.

- Ya pedí perdón por lo que acabo de hacer -lo enfrentó con dolor en los ojos- lo hice sin pensar, es mi naturaleza, ellos eran mis enemigos, me atacaron y perdieron.

- Así fui entrenado, el mas diestro y rápido gana -comenzando a caminar sin volver la vista atrás- cada uno juega sus cartas, y el que tiene la mejor baza, vive para contarlo.

Caminaron un rato en silencio, Umi inconscientemente se llevó una mano al corazón, le dolía y mucho. Ignoraba la razón, sólo sabía que la mirada que le había dado Luna le había afectado más de lo que estaba dispuesto a aceptar.

- Está bien -se paró antes de entrar en la casa- sé que metí la pata, tu te esforzaste en ayudarme a entrar en el pueblo, incluso mentíste por mí y me acogiste en tu casa. Y yo como te lo pago? pues metiéndote en problemas -baja la mirada incapaz de ver los ojos de su amigo- prometo no volver a meterme en líos, ni pelear con nadie hasta que tú me des permiso.

No esperó una respuesta, casi corriendo se metió en su cuarto. Dolía, dolía mucho, no sabía que su corazón llegaría a doler tanto. Sabía que Luna era importante para él, pero ignoraba que tanto, eso lo asustó, en que momento se había hecho indispensable para él? no lo sabía, pero lo que Luna pensara de él, se había convertido en algo importante.

"Soy un idiota", sentándose en su cama despues de dejar su abrigo y sus armas en una silla. "Definitivamente no he cambiado en nada, sigo siendo un estúpido impulsivo, que no piensa antes de hacer las cosas".

- Eres genial! -corriendo detrás de él, lo alcanzó en el pasillo- conseguiste en apenas unos días lo que yo no logré en años -sorprendiéndolo con un efusivo abrazo- muchas gracias, de verdad, muchas gracias -sotándolo avergonzado por su acto impunsilvo.

Sin mirarle a los ojos, ya que no quería que se diera cuenta del fuerte sonrojo que sentía en sus propias mejillas.

- Un momento! -exclamó sorprendido- te metiste en una banda de narcotraficantes tu sólo para conseguir la información? - el miedo podía observarse claramente en sus ojos.

- No quiero que te arriesgues así por nada, ni siquiera por mi hermano -declaró convencido- no podría perdonarme que te pasara algo por mi culpa.

Se sorprendió de sus palabras, puesto que en unos minutos se dió cuenta de como se había sentido Luna al observarle en el solitario callejón, acababa de sentir en su propia carne el miedo de que algo le sucediera.

- Si se va ha realizar un plan, lo haremos entre los dos -sonrió tranquilamente cruzando los brazos- tu no estarás tranquilo si yo salgo a investigar por mi cuenta y a mi me pasará lo mismo si tu lo haces.

Luna se lo quedó mirando sin responder a lo que Umi le pedía, este último sabía que Luna no quería que le pasara nada, acababa de comprobarlo, pero debía comprender que él estaba en la misma situación.

- Haremos un trato, de ahora en adelante saldremos juntos a investigar, así los dos sabremos donde está el otro, a cambio, prometo no actuar ni hacer nada hasta que tu me lo ordenes, seré tu sombra. -mirándolo seriamente- además esto nos puede ser útil, alguien podría darnos información si me confunde con mi hermano, aunque no sé si el se sigue pareciendo a mi.

Estiró su mano para que su amigo la estrechara para cerrar el trato, Luna la observó por largos segundos que parecieron horas, pero finalmente tras un largo suspiro la estrechó con fuerza.

- Por cierto puede que nos crucemos con un viejo conocido mío, no es mal tipo, pero es singular -sonrió de lado, entrando de nuevo a su cuarto, ya que era muy tarde, el tiempo había pasado volando entre una cosa y otra.

- Hasta mañana, buenas noches -se despidió antes de cerrar la puerta de su cuarto.

Al entrar en su cuarto, se sentó en la cama como un robot, ¿que había sido eso?. Luna lo había abrazado, lo cual se había sentido cálido, pero tambíen lo había besado, es cierto que había sido en la mejilla, pero se había sentido tan especial. Un dulce suspiro salió de su interior.

Sacudió la cabeza, despues de un largo rato, ya que se había quedado mirando a la nada y recordando el abrazo y el beso.

Aun no sabía a que había venido aquello, y por lo tanto no quería hacerse falsas esperanzas, sólo rezaba por que no fuera una mala broma de su amigo, su corazón no podría soportarlo.

Aun medio ido, se sacó la chaqueta, para quedarse con una fina camisa granate, la cual estaba a punto de quitarse, solo le quedaban la mitad de los botones por soltar cuando sintió que llamaban a la puerta.

Notó que alguien estaba hablando con Luna al abrir la puerta, supuso que se habrían equivocado. Pero tras pasar unos minutos, escuchó de nuevo voces, eso le estrañó mas, ya que desde que habían llegado al pueblo nadie visitara a su amigo y menos a esas horas de la noche.

El temor a que algo malo pasara hizo que bajara a comprobar lo que sucedía, solo se detubo a coger algunas dagas, las cuales escondió en sus botas. y otra en la cintura en la espalda.

Bajó lentamente las escaleras, al sentir la calmada voz de Luna se tranquilizó, sin bajar la guardia, entró en el salón.

- Hola -saludó mirando seriamente al desconocido, despues de comprobar con la mirada que su amigo estaba bien y parecía conocer al otro.

- ...- el desconocido saludó con la mano, ya que tenía la boca llena.

Umi sintió que esa persona no era de confianza, algo le decía que era peligroso, el mismo sentido que le decía que era un vampiro.

- Siento molestar Luna, sentí ruidos y bajé a comprobar que pasaba -se disculpó observando a su amigo, el cual parecía bastante incómodo. Eso sorprendió a Umi, su amigo siempre tenia una expresión tranquila en su rostro.

- Perdón por mi descortesía -se disculpó al no obtener una respuesta de su amigo, al cual no podía ver directamente a los ojos sin que le vinieran a la mente las imagenes del abrazo y el beso, lo cual supondría un sonrojo en su rostro- mi nombre es Umi. -haciendo una pequeña reverencia, sin bajar la guardia.

- Mi nombre es Ayanami -contestó sin abandonar su cómoda posición tumbado en el sofá- soy el primo de Lu-kun, hace tiempo que no nos veíamos -sonriendo de lado, como si fuera algo divertido, algo que extrañó a Umi.

- Supongo que será algo serio, para que le visites tan tarde -no muy convencido de las palabras del desconocido- creo que preparé café para ustedes -abandonando el salón, no sin hacerle una señal a Luna para que lo acompañara.

Luna entró para informarle de la marcha de su primo, eso alegró interiormente a Umi, algo en su interior le decía que era alguien peligroso, que tubiese cuidado con él.

- No me preocupo -sonrió apagando el fuego de la tetera- despues de todo tu eres como mi angel de la guarda, -bromeó sirviendo dos tazas de humeante te-siempre que estoy en problemas tu apareces para ayudarme.

Luna pareció relajarse algo ante las palabras de Umi. Eso de alguna forma le alegró, no había costado nada darse cuenta que la relación entre ambos primos era tensa. Y al parecer habían discutido por algo, lo había notado en la voz de su amigo, aunque ignoraba la razón.

Sirvió ambas tazas, y colocó azucar y leche junto con algunos bollos que había comprado por la mañana.

- Al parecer el sueño me ha abandonado, y no soy al único -dando un sorbo a su té- me encanta el té rojo, a ti no? -cerrando los ojos y saboreándolo.

- No me mires así -le regañó sonriendo- no tienes que poner esa cara de poker, ignoro vuestra relación, pero no pienso pedirte explicaciones ni que me cuentes nada -mordiendo un bollo, hizo una pausa despues de casi deborar el nombrado dulce- cuando creas que debo saberlo o te sientas listo para contarmelo, estaré aqui para escucharte -sonriendo sinceramente.

Ambos bebieron en silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos. Pasaron varios minutos antes de que nadie rompiera ese tranquilo silencio.

- Un amigo que me encontré aqui, me comentó que hay tres "familias", que se dedican al tráfico de esclavos -susurró serio mirando su taza- las cuales tienen constantes disputas por sus territorios, al parecer la de tu informador es una, así que aun nos quedan dos mas de las cuales desconocemos casi todo.

-...- hizo una pausa como meditando algo- ignoro la causa por la que las tres buscan a mi hermano, hasta donde yo sé, ambos éramos dos gotas de agua, ambos teníamos los mismos dones y defectos -intentó bromear, sin conseguirlo- aunque si es cierto que mi hermano siempre fue mas valiente que yo, siempre me escondía detrás de él cuando eramos regañados por alguna trastada de la cual casi siempre yo era el principal culpable.

Luna sonrió imaginando la escena, ambos lo hicieron, ya que Umi le estaba explicando como en cierta ocasión habían pintado con una brocha uno de los caballos de su padre, en un intento de hacer que pareciera mas "bonito y menos serio", ya que el caballo era completamente negro.

Ambos decidieron subir a sus cuartos a robarle a lo que quedaba de noche unas horas de sueño, ambos estaban agotados, el día había sido bastante intenso.

La mañana siguiente llegó sin remedio, aunque cuando Umi bajó a la cocina ya era casi mediodía, Luna aun no daba señales de vida en la silenciosa cocina, Umi asumió que estaba mas cansado de lo que había dejado entrever.

Suspiró tambien algo cansado, aun les quedaba un largo camino y mas de una batalla que convatir. Saber que Luna estaría a su siempre a su lado le alivió y le hizo sonreir inconscientemente.

De súpeto se puso serio al recordar el abrazo y beso del día anterior, con tanto jaleo por lo de la visita inesperada lo había olvidado. Ahora las imágenes volvieron a su mente con mas fuerza, dando como consecuencia un fuerte sonrojo en toda su cara.

La cual sacudió en un intento de sacar esos pensamientos de su cabeza, dando un suspiro, se concentró en hacer el desayuno en un intento de tener su mente ocupada, seguramente Luna no tardaría en bajar, atraído por el aroma de las tostadas recién echas, y lo último que quería es que comenzara a interrogarle por el rojo de sus mejillas.

Tan ensimismado estaba en el desayuno, que no sintió la entrada de Luna, por eso dió un pequeño salto al sentir el beso en su cuello. Lo había sorprendido, y mucho. No solo por el echo de no haberlo sentido entrar, sino mas bien por la dulce caricia en su cuello.

Tan avergonzado se sintió que supo responder ninguna de sus preguntas, ni siquiera fue capaz de mirarle a los ojos por miedo a que leyera en ellos sus sentimientos.

En silencio se sentó frente a su amigo despues de servir el desayuno. Disimulando concentrarse en su desayuno, escuchó lo que Luna le decía.

Sonrió contento al saber que le habían perdonado en el hospital, de alguna manera se sentía completamente culpable por ello. Por él se había retrasado en su viaje. Si bien era cierto, que si no hubiera sido por que lo había conocido jamás habría llegado tan lejos en su búsqueda de su hermano.

Inconscientemente se llevó la mano al cuello, acariciando el lugar donde había recibido el beso, y ladeó la cabeza, una dulce sonrisa se dibujó en su cara sin darse cuenta. Esa caricia se había sentido bien, tembló al recordarla cerrando los ojos.

Al darse cuenta de lo que estaba haciendo abrió los ojos de súpeto, se levantó y recogió la mesa sonrojado. Se enfadó consigo mismo, en que demonios estaba pensando, y que era eso de comportarse como una chiquilla enamoradiza. Sus ojos se entristecieron. Su amigo seguramente sólo le había hecho una pequeña broma, era imposible que Luna sintiera lo mismo que él. Cuanto antes aceptara este echo, menos dolor sentiría despues su corazon. La vida le había enseñado que las cosas buenas no le estaban destinadas a él. Nunca lo habían estado, cada vez que una pequeña luz iluminaba su camino, esta se apagaba a causa de algo.

Ya debería estar acostumbrado, entonces por que? por que quería agarrarse a esto que sentía por Luna como a un clavo ardiendo? Ni él mismo lo sabía.

Despues de limpiar todo, se dirigió a su cuarto para buscar su abrigo, decidió salir a dar una vuelta por el pueblo para despejar su mente y de paso si tenía suerte conseguir algo de información.

Ya había subido la mitad de las escaleras que lo separaban del piso superior cuando alguien llamó a la mesa.

Se giró y comenzó a bajar de nuevo las escaleras, se acercó a la puerta y la abrió.

Sus ojos se abrieron como platos al ver de quien se trataba.

Los ojos de Umi estaban tan abiertos que pareciera que fueran a salirse de sus cuencas, y no era para menos. Y no era para menos, sin pensarlo dos veces atrajo al intruso para dentro de la casa.

- Que demonios te ha pasado? -agarrándolo del brazo y llevándolo hacia el salón, donde lo obligó a recostarse en el sofá.

- Si te lo contara no me creerías -intentando levantarse, viendose impedido por las manos de Umi.

- Draken, juro que como te muevas, yo mismo te remataré -amenazó en un susurro.

- ... -ante estas palabras el mencionado, se tumbó sin replicar, la palidez en su rostro demostraba el dolor que estaba sintiendo en esos momentos.

- No te muevas de aqui -saliendo con rumbo a la cocina en busca de un pequeño botiquín que Luna allí guardaba. - cuando te sientas mejor, me contarás que sucedió -ordenó con mirada seria y preocupada.

Con sumo cuidado cortó la camiseta que Draken llevaba debajo del chaleco, para ello utilizó una de sus dagas que siempre llevaba en su bota. La camiseta estaba empañada en sangre, eso preocupó mas a Umi, aquello parecía serio. Despues de limpiar las heridas con unas gasas impregnadas en alcohol, descubrió que todas eran rasguños hechos con un cuchillo o espada, todas menos una, en su hombro derecho tenía una profunda herida. Y no tenía buen aspecto.

Con mucho cuidado, curó las heridas, debido al dolor su amigo quedó inconsciente, eso preocupó a Umi, lo conocía lo suficiente para saber que debía estar sufriendo, puesto que lo había visto en situaciones peores, y era la primera vez que lo veía en esta situación.

- En que lío te metiste Draken? -se preguntó poniendo un paño húmedo en su frente.

Vendó sus heridas y lo cubrió con una manta que cogió en su cuarto. Al pasar junto el cuarto de Luna se detubo a escuchar, haber si algún ruido delataba que Luna estaba trabajando, al no sentir nada supuso que se quedaría dormido, al parecer aún no se había recuperado complamente de su cansancio.

Sin nada mejor que hacer, se sentó en un sillón a leer un libro de Luna que se encontró, esperando que su amigo se despertara. Una hora pasó antes de que Draken diera señales de vida.

- Umi tenemos problemas -casi gritó nada mas despertarse incorporándose en el sofá, este gesto le supuso un enorme dolor.

- Cálmate Draken -obligándolo a tumbarse de nuevo- ahora cúentame que te ha pasado.

- Eso no es lo importante -replicó serio- descubrí que los Dragones Negros tienen planeado llevarse a tu hermano al norte.

- Luan? Lo has visto? - agarrando al otro del brazo en un acto reflejo.

- ahhh -gimió de dolor sin poder evitarlo, agarró del brazo a Umi para que lo soltara- no, no lo he visto, lo siento. Pero escuché hablar de él. Tienen planeado atraparlo y llevárselo, al parecer ellos saben donde está, pero me descubrieron antes de que me enterara de su paradero. -bajando la mirada.

- Ellos? los dragones negros? quienes son? -con mirada ansiosa, ignorando la mirada de Draken.

- Quizás yo pueda contestar a eso -escucharon ambos desde las escaleras, ambos giraron sus rostros, para encontrarse con Luna quien descendía por ellos lentamente.

- Eso no necesitas ni preguntarlo - contestó enseguida, aunque dudó si Luna lo había escuchado, ya que ni siquiera volteó a verlo.

Se sentó en la silla que hasta hace un momento había ocupado su amigo.

- Parece de confiar compañero -lo sacó de sus pensamientos- si no lo viera no lo creería -se burló intentando romper la tensión del ambiente- tu viviendo bajo el mismo techo que un vampiro jajaja.

- Eres tan idiota como siempre -replicó intentando sonreir- tienes suerte de estar medio moribundo, sinó te daría una paliza por esas palabras. Luna no es un vampiro, el es... mi amigo -le miró a los ojos serios. -además no intentes cambiar de tema, tienes que explicarme que demonios hacías colándote en esa organización, yo en ningún momento...

- Para el sermón padre -le cortó antes de que siguiera- me conoces lo suficiente como para saber que si hago algo, no lo hago sin esperar nada a cambio -sonriendo de lado- sólo necesitas saber que esos lugares "ilegales" suele haber cosas interesantes para gente como yo.

- Nunca cambiarás -dándole un golpecito en el hombro bueno- de todas maneras gracias amigo. Casi cuela, pero ya no inventas escusas tan buenas como cuando te conocí.

- Me hago viejo -intentando mantener los ojos abiertos por el cansancio- es la primera vez que no me creen.

- Descansa, al parecer lo que te dí está haciendo efecto -abrigándolo de nuevo con la manta- de nuevo gracias -saliendo del salón, subiendo las escaleras.

No sabía que hacer, pensó delante de la puerte de Luna, tenía miedo lo reconocía, no quería el rechazo. Con timidez llamó a la puerta, despues de recibir el permiso de su amigo entró. La seriedad con que lo miró lo intimidó bastante.

- Lo primero, debo pedir disculpas -bajando la mirada apoyado en la puerta que acababa de cerrar- mi poder, por llamarlo de alguna manera, no es algo que me enorgullezca. -Luna sólo lo miraba en silencio, sentado en el pequeño escritorio de su cuarto.

- Deja que me explique -cogiendo aire- por lo que sé, el poder de mi familia se remonta a sus comienzos... -con la mirada perdida en algún lugar del suelo- aunque no siempre se manifiesta en todos los hijos, suelen heredarlo los primigénitos, o lo que es lo mismo el hermano mayor.

- El poder consiste, en que un Blackrose que ha heredado los poderes puede curar o empeorar las heridas de alguien con sólo el pensamiento. Aunque yo nunca he visto hacer eso... -sin levantar la mirada- sólo una vez vi a mi padre curar una herida con sólo tocarla, fue algo impresionanta, una pequeña luz rodeó la herida y esta comenzó a curarse ella sola en unos segundos.

- Madre nos dijo que nosotros tambien podíamos hacerlo, pero que aun erámos jovenes y aun no había despertado. La curiosidad de mi hermano fue enorme, y quiso aprender ha hacerlo. Se dedicaba a arrastrarme con él cada día en busca de animales heridos para curarlos, al principio me pareció interesante, pero despues de varios intentos sin conseguir nada, me cansé, aun así seguía a mi hermano en sus paseos, pero me dedicaba a leer algún libro mientras el intentaba "despertar sus poderes". -sonrió al recordar como había intentado curar los pajaritos y ardillas- hasta un día... llegó corriendo junto a mi con un pajarito con el ala rota... yo sólo lo miré con cara burlona, sabía que al final, tendría que llevárselo a madre para que le hiciera las curas. Pero algo en la mirada de mi hermano me dijo que ese día sería diferente... con cuidado lo puso en el suelo, despues de lamer sus propios dedos los pasó delicadamente por el ala herida, un pequeño brillito iluminó el animalito y segundos después salió volando tranquilamente.

- Eso me sorprendió y mucho... me explicó que había consultado un libro de la familia, y había encontrado que con cada persona de la familia el poder podía variar... y al parecer el suyo era debil y sólo funcionaba así... aunque tenía pensado mejorarlo hasta ser como el de padre, me incitó a que lo probara yo... la idea me gustó, imagínate mi ilusión en ese momento, erámos gemelos, si el podía yo también... le seguí por el bosque durante un largo rato, hasta que encontramos un pequeño zorro atrapado en la trampa de algún cazador.

- Lo sacamos de la trampa con cuidado de no hacerle mas daño... mi hermano me explicó que no solo bastaba con tocarlo, debía concentrarme mucho y desear que se curara... convencido seguí las instrucciones de mi hermano... lamí mis dedos y toqué la pata herida del zorro... intenté concentrarme... pero nada pasó... no me rendí y volví a intentarlo, esta vez funcionó, pero algo no estaba bien la luz no era blanca como en el caso de mi hermano, ahora era oscura, el animal empezó a gritar y segundos despues cayó muerto en mis manos. Eso me aterrorizó y comencé a correr en busca de nuestra madre, no corrí hasta llegar a casa, me abracé a ella sin dar ninguna explicación, minutos mas tarde llegó mi hermano casi sin aire por la carrera.

- Despues de que mi hermano le explicara lo que había sucedido -mirando sus manos con dolor y miedo- ella junto con padre, nos dijeron que la única explicacion que se les ocurría era que al ser gemelos el poder heredado se había partido, eso me desconsoló mas, yo no quería ese poder, de que me servía, no quería hacer daño a nadie -abrazándose a si mismo- mi padre estubo varios dias consultando los libros junto con madre.

- Al final madre vino con una pequeña sonrisa y se sentó a mi lado en mi cama, la cual no había avandonado esos días, me sentó en su regazo y me dijo, tu poder es mucho mayor que el de tu padre, pero tambíen es mas especial, yo sólo la miré atento, tu no puedes curar a todo el mundo de pequeñas heridas. Sólo podrás curar a tu persona elegida, mientras tu la protejas ningún tipo de herida le hará daño, aunque creo que la forma de curarla será diferente a la de tu hermano, pero eso lo averiguarás con el tiempo.

- Nunca más volví a intentar utilizar ese poder -girándose con intención de avandonar el cuarto- creo que madre sólo intentaba consolarme, y la verdad, no tengo ganas de probar si tenía razón o se equivocaba.

Sin pensarlo, correspondió al abrazo rodeando con sus brazos la espalda de Luna. Lo hizo por reflejo, de verdad necesitaba desahogarse, el temor al rechazo había sido demasiado. Las palabras de su amigo le habían llegado al fondo del corazón.

Algo en su interior le decía que lo dicho por Luna era sincero, podía verlo en su mirada, no había ningun atisbo de mentira o engaño. Y eso lo alegró mucho, empezaba a creer que Luna no estaba jugando con él.

En silencio, lo siguió hasta el salón donde Draken los esperaba en silencio. Despues de que hiciera las curas de Draken abandonó el salón, no sin antes acariciar el pelo de Umi, ante lo que este no pudo evitar sonrojarse.

- ¿que fue eso? -se burló Draken, sacándolo de sus pensamientos- jajaja, al parecer le gustas al vampiro.

- Parece que me equivoqué -susurró lo suficientemente alto para que su amigo lo escuchara con cara interrogante- creí que la herida del hombro era la más importante, pero debiste llevar un buen golpe en la cabeza -sentándose con gesto cansado frente a su invitado.

- Eludir la realidad no hará que esta sea diferente -molesto por el comentario.

- Lo que tu digas -suspiró- me contarás ahora que te pasó? -mirándolo fijamente.

- Nada del otro mundo -con mirada pícara- al parecer no les pareció bien que estubiera escuchando sentado en la ventana lo que hablaban.

- Pudieron matarte -contestó enojado.

- Sin riesgo no hay recompensa -cruzando los brazos tranquilamente- tu mejor que nadie deberías saberlo, estás en este pueblo despues de todo.

Umi se lo quedó viendo enfadado, no podia replicar nada, su amigo sabía como eludir la discusión, siempre era así con él.

- Puedes estar tranquilo, fue simple coincidencia que estubieran hablando de tu hermano, -enseñando una bolsita con joyas, que enseguida volvió a esconder entre sus ropas- yo no tengo la culpa de que decidieran hablar de eso en el despacho de uno de los jefes ¿quien iba a pensar que decidían los planes en esa habitación? -sonrió burlándose.

- Eres de lo que no hay -suspiró dándose por vencido- eres un buen amigo, siempre estaré en deuda contigo por esto amigo -sonrió sinceramente- pero no quiero que vuelvas a hacer algo tan peligroso como eso.

Su compañero se levantó dirigiendose a la puerta de la salida.

- Me voy antes de que comiences a sermonearme de nuevo -ignorando las palabras de Umi- Y no soy tu amigo, algún día conseguiré robarte esas espadas tan valiosas que tienes -se burló de él saliendo por la puerta antes de que le lanzara alguna de sus dagas por su siguiente comentario- ah, se me olvidaba, creo que a lo que se refería tu madre con sus palabras era que sólo podrias curar a tu amorcito con besitos.

Sólo tubo tiempo de esquivar dos dagas antes de que la tercera rozara su chaqueta antes de clavarse en una de las vallas de la entrada.

- Maldito bastardo, juro que te mataré -gritó en medio de la noche. Como respuesta solo obtuvo las carcajadas de su amigo, el cual desaparecía entre las oscuras calles. -ya te enseñaré yo a escuchar las conversaciones de los demás -susurraba enojado mientras recogía sus dagas.

Al entrar, pasó por el lado de Luna todo sonrojado, ignoraba por completo cuanto había escuchado de la conversación con Draken, y prefería no descubrirlo.

- Me voy a dormir, ha sido un día demasiado largo -se despidió desapareciendo en las escaleras con un fuerte sonrojo.

Cuando se despertó ya era mas de las once de la mañana, se dio una ducha y bajó a preparar el desayuno.

- Se me había olvidado que hoy volvía a su trabajo -susurró despues de leer la nota- quería acompañarle hasta el trabajo -protestó- habría sido interesante verle trabajar. Aunque supongo que para él sería incómodo.

La carpeta encima de la mesa lo sacó de su monólogo. Despues de prepararse un poco de café comenzó a leer lo que había dentro de la carpeta. A pesar de que eran papeles viejos se podían leer sin dificultad.

Era cierto que algunos términos médicos no los entendía, pero la mayoría de las cosas intentó deducirlas.

Segun lo que ponía en los historiales médicos, ya que de eso se trataba. La primera vez que ingresó en el hospital había sido cinco años atrás, la causa habían sido varios hematomas y lesiones. No explicaban los detalles, pero había permanecido varios dias ingresado, y lo que llamó la atención de Umi, es que no había estado solo.

Este detalle era importante, siguió leyendo, hasta dos años despues no volvió a ser atendido por ningún médico, en esta ocasión las lesiones eran en un brazo, aunque no entendía lo que ponía en el informe. El resto de los papeles eran parecidos, pero no encontró nada importante en ellos. Tenía pensado pedirle una segunda opinión a Luna, tenía el presentimiento de que algo en aquellos papeles se le escapaba.

En un intento de no darle demasiadas vueltas a la cabeza, comenzó a recoger y ordenar todo. Despues de limpiar un poco las habitaciones, decidió que lo mejor era salir a conocer el pueblo y de paso comprar cosas para la cena.

El pueblo estaba muy animado, ignoraba la razón. Viera a donde viera encontraba a la gente ocupada en los preparativos de algo. Sólo despues de hablar con el panadero donde siempre compraba los bollos, supo la razón.

Al parecer se acercaban las fiestas de disfraces y la de las cosechas, segun le informó era una de las celebraciones mas carismaticas y divertidas de allí.

Al alejarse del puesto no sabía si reir o llorar, eso sólo dificultaba las cosas, habría demasiado movimiento en el pueblo, y sería dificil localizar a su hermano.

Luna debía enterarse de esto, con esto en mente, se dirigió al hospital donde su amigo trabajaba. Le costó un poco encontrarlo, pero al fin lo hizo.

Al entrar se dió cuenta de que aquello era enorme, sin ayuda le sería imposible encontrar a su amigo.

Justo cuando pensaba darse por vencido, una hermosa enfermera se le acercó.

- Necesita ayuda? -preguntó con una sonrisa amable.

- Estoy... estoy buscando al doctor Bonkovrich... se olvidó algo -señalando la bolsa que llevaba en la mano, se le había ocurrido llegar alli con la escusa de llevarle la comida.

- Ahh busca al doctor, ahora mismo le llamo -despidiendose al tiempo que le giñaba un ojo. Umi no sabía donde esconderse, no estaba acostumbrado a esos gestos, normalmente lo miraban con odio.

Sin nada mejor que hacer se sentó a observar el ir y venir de la gente y los enfermeros por los pasillos.