busqueda del pasado (libre)

despues de mucho tiempo de vagabundear de poblado en poblado buscando, la escasa informacion me habia llevado a este lugubre pueblo. Observo la alta muralla recordando las palabras de mi sensei "pase lo que pase, jamas cruces la muralla, eso seria como meterte en la guarida del leon con un cartel que diga buffet libre", y no era para menos. en mi corta vida he luchado contra mas vampiros de los que nadie podria imaginar. Pero mi busqueda esta incompleta... no he encontrado ni a mi aniki ni a los asesinos de mis padres.
con estos pensamientos me acerco a la muralla del lado norte del pueblo. no hay nadie cerca, asi que me acerco mas hasta tocarla, cierro los ojos al sentir el profundo dolor que desprenden estos muros. sin poderlo evitar doy un paso para atras. hacia tiempo que no sentia tanto dolor junto.

Le observa detenidamente y desconfiado con sus ojos azabache, su instinto le dice que no se fie de esa persona, que es peligrosa.

Tiene hambre y sueño. El echo de llevar varios dias sin comer nada decente y durmiendo en el bosque, le obliga a seguirle.
Camina detras de el sin pronunciar palabra. Se sacude el pelo en un gesto exasperado, rechazando asi su mano. Que sucede? algo en su cabeza le dice que se aleje de esa persona, que nada bueno puede sucerderle estando cerca de el. Sacude la cabeza alejando esos pensamientos, demasiado tiempo peleando contra sus enemigos parece haberle vuelto un paranoico.

Camina detras del desconocido, sin perderle de vista y sin bajar la guardia, despues de todo esta en tierras enemigas y con un completo desconocido.

Le observé sorprendido, es muy rápido, apenas lo vi cuando detubo el arma del guardia. No puede ser un simple humano, y además es muy fuerte, detuvo la espada con una sola mano, igual que si el guardian fuera un niño jugando y no el hombre de casi dos metros de alto. Debo tener cuidado con él, algo me dice que no es lo que aparenta. mi sensei tenia razón nada es lo que parece en estas tierras.

Sin dejar de caminar con dificultad, las heridas y golpes de mi ultima pelea aun se resienten en mi cuerpo, retiré la mano izquierda de la empuñadura de mi espada. inconscientemente la había llevado al arma al acercarme a la puerta que guardaba la muralla. Por eso el guardia me había atacado, me reprendí mentalmente, mi plan era pasar desapercibido, y casi me delato antes de entrar. Pero algo me sacó de mis pensamientos.

-¿por que me ayudas? -se detubo a unos pasos detras del desconocido y lo observó.

El desconocido siguió caminando sin prestarle la mas mínima atención.

-¡oye te estoy hablando! -gritó siguiendolo, pues casi lo había perdido de vista, ese hombre parecía que flotaba, pues solo se escuchaban mis pisadas en la desolada calle.

-jajaja -sonrió bajito mirandome de soslayo cuando me acerqué a él. No me contestó sólo continuó caminando.

Observé como salía de la habitación, cuando dejé de sentir su presencia suspiré aliviado. Tanta tensión habia acabado con mis pocas fuerzas. Eché una mirada a la habitación, era muy confortable y amplia, me acerqué a la unica puerta que había edemás de la de la entrada, esta conducía a un baño con una bañera y con ducha, me metí en el cuarto y cerré la puerta, maldije en voz baja que no tuviera cerrojo.

Será mejor que me dea prisa, antes de que el vuelva. puse la bolsa con mis escasas pertenecias en el suelo, para luego deshacer el correaje que cruzaba mi pecho para terminar en los laterales y así sujetar las dos espadas que portaba. las coloqué con cuidado en el suelo, cerca de mi, ya que son mi mas valiosa pertenencia. retíré mi camisa o lo que quedaba de ella, había conocido tiempos mejores, decidí tirarla, ya no podia hacer nada por ella, solté los cordones de las botas negras y me las quité junto no los calcetines. Ya solo con los pantalones de cuero negro gastado que portaba abrí el agua de la ducha, agua caliente despues de meses bañandome en los helados ríos era un mundo aparte. me quité la ropa que me quedaba y me metí en la ducha.

Que demonios estoy haciendo, debería estar buscando a mi hermano, y en lugar de eso que hago?... sigo a un completo desconocido a un pueblo que mi sensei me prohibió pisar... y no solo eso... -pensaba mientras el agua recorría su delgado cuerpo cubierto de pequeñas cicatrices de antiguas luchas- ahora estoy metido en la habitación de una posada con el desconocido que parece conocer este lugar, del que lo único que conozco es su nombre... si es que este no es falso... ah y que al parecer es doctor... -suspiró cansado saliendo de la ducha, cogió una de las toallas que se encontraba colgada de la pared y se secó.

Salió del baño secandose su cabello ebano y con solo los pantalones puestos, dejó sus pertenencias en una esquina de la habitación, menos las armas que las dejó apoyadas en la pared con cuidado.

Cuando se dió la vuelta con la intención de dormir en el sofá, dió un pequeño respingo el desconocido se encontraba alli sentado observándolo. Cuanto tiempo llevaba allí observándolo y lo mas importante, cuando habia entrado? Intentó que no se notara el sobresalto.

- Mi nombre es Umi Blackose - se presentó- y yo dormiré en el sofá.

- Un clan que ya no existe... -susurró observando las espadas melancólico - es estraño que conozcas el apellido, ya que mi clan vivía bastante lejano a estas tierras - habló alto para que el otro lo escuchara en el baño.

Siguió comiendo la manzana, ese tal Luna tenía razón, la necesitaba. Cogió una camisa en su bolsa, esta era de un color rojo vino y la colocó en un brazo del sofá.

- Eres la única persona que conozco que conoce mi clan y dice algo bueno de el, normalmente decían que era un clan maldito, por sus tecnicas hereditarias -sonrió de lado al recordarlo - que mis antepasados habían hecho un pacto con un demonio o algo parecido... a saber... apenas los conocí... - susurró lo último recordando el ataque que sufrió de pequeño.

Siguió comiendo la manzana en silencio hasta terminarla, el doctor aún no habia salido de la ducha, vistió la camisa antes olvidada, la abrochó dejando los tres primeros botones sueltos ya que hacía calor.

Se tumbó en el sofá a esperar a que el otro terminara, despues de un rato dejó de escuchar el sonido del agua, dando por echo que el otro había terminado.

- ¿que hace un doctor por estas tierras? no parece un lugar en el que haya muchos enfermos -cruzó los brazos en la nuca para estar mas comodo - si las historias que cuentan de este lugar son ciertas... -susurró lo último.

- Los unicos Bonkrovich de los que he escuchado... -sin entender la broma del vino - era de unos que sirvieron a mi familia, pero hace ya años de ello... mi padre los nombraba a menudo, diciendo que en el pasado habian sido aliados de mi abuelo creo... -intentando recordar- pero no sirvientes, sino mas bien como guardianes de la familia o intermediarios con otros clanes... no estoy seguro... de todas formas no pueden ser los mismos, no aparentas mas años que yo -lo miró fijamente no muy seguro de sus palabras.

Agradeció que no se hubiera sentado a su lado, aun no confiaba en el, su instinto no solia fallarle. Aunque aun no sabia el motivo de su ayuda "desinteresada".

El echo de escuchar hablar bien de su antiguo clan a alguien lo tranquilizó, solo su sensei hablaba bien de ellos. Sintió un alivio en el interior desconocido para el, intentó que no se notara en su rostro.

- El motivo por el que estoy en estas tierras... es una larga historia... o corta, segun se mire -suspiró levantandose y mirando por la ventana- cuando tenia diez años, me encontraba en casa con mis padres y Luan mi hermano gemelo. Era una noche tranquila, ya habíamos acabado de cenar y nos disponíamos a dormir... - apoyó la mano en el marco de la ventana recordando esa noche- se repente escuché un grito, mi hermano y yo corrimos al cuarto de nuestros padres... mi madre estaba muerta en el suelo... bañada en sangre... y mi padre apenas se mantenía en pie... alli había cuatro desconocidos, uno de ellos muerto en el suelo... eran unos malditos vampiros -dijo con rencor- mi padre no tenia ninguna posibilidad contra ellos, eran demasiados y estaba armado solo con una daga... ellos se dieron cuenta de nuestra presencia, mi hermano tiró de mi para que escaparamos pero yo no queria dejar a padre solo... -le costaba hablar- cuando se disponian a atacarnos nuestro padre se interpuso... mi hermano impidió que viera mas sacandome de la casa... pero ellos eran mas rápidos... aunque solo quedaban dos... cuando nos rodearon apareció el que se convertiría en mi sensei y nos salvó... bueno a mi... por que consiguieron huir llevandose a mi hermano...

- Sensei me acogió y me enseñó todo lo que se sobre vampiros y formas de lucha -sonrió al recordar los entrenamientos- ahora solo vivo para encontrar a mi hermano y vengarme de esos dos.

- Una larga historia, tal como te dije -se volteó hacia Luna y se sentó de nuevo. - ¿y tu historia? ¿aparte de curar heridos? claro está.

- Buenas noches -susurró mirando su espalda. Despues de unos minutos, decidió seguir su ejemplo y acostarse tambien. se estiró en el sofá y cruzó los brazos detras de la nuca.

La historia que acababa de contarle Luna no le había dejado indiferente. Tenia razón su historia no era mejor que la propia, ambos habían tenido una infancia rodeada de sangre y dolor. perseguidos por ser diferentes o traidores a los ojos de sus enemigos. Un destino que ellos no habian elelgido. Suspiró resignado.

A pesar de ser un vampiro ayudaba a los humanos, sin esperar nada a cambio. Su sensei se lo habia comentado una vez, y el se había reido por las ocurrencias de este. Sonrió al recordar como se había enfurecido y lo había obligado a repetir todo el entrenamiento desde el principio. Pero algo era seguro, nadie hacía nada por nada, una leccion que el había pagado bien alta, estiró su mano derecha al frente, dejando entrever una cicatriz que se habia vuelto pequeña con los años. Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos de su cabeza.

Sin darse cuenta se quedó dormido.

No sabía cuantas horas habían pasado cuando se despertó. se estiró y miró por la ventana, no podía ser, seguía siendo noche cerrada. Eso era imposible.

Dirigió su vista a Luna que lo observaba sentado desde la cama. eso lo descolocó un poco, ahora que sabia que era. Pero decidió no darle mayor importancia por ahora. Volvió a observar la ventana.

- Hacía tiempo que no descansaba tan bien. -sonrió estirandose somnoliento- siento como si hubiera dormido durante siglos jejej

- ¿y tu que tal has dormido? -preguntó interesado, rescandose la cabeza en gesto nervioso ante la atenta mirada.

- Que no lo siga dice... -susurra para si, mientras se coloca las cintas de las espadas, con rapidez.

Sin saber la autentica razon le seguí por las oscuras calles, estaban repletas de gente divirtiendose. Pasé delante de un prostíbulo, ignorando por completo las chicas que me llamaban.

Cual es la razón por la que lo persigo, pensé escóndiendome en un callejón para evitar ser descubierto. Algo me dice que habría sido mejor quedarme en la posada, pero nuevamente mi curiosidad es mayor.

Siguio mi persecución hasta que esta me condujo hasta un acantilado, si me acercaba mas sería descubierto, maldije mi mala suerte.

Cual es el motivo por el cual está ahí solo -pensé mientras lo observaba en lo alto del acantilado.

Sigilosamente me arriesgué y me acerqué un poco mas y me escondí tras un arbol, la luna brillaba en lo alto del cielo iluminando el lugar y reflejándose en las tranquilas aguas. Fue en ese momento que lo ví.

Sus ojos tenían el color de la sangre. Retrocedí un paso inconscientemente, eso lo alertó y se giró. Mis ojos se abrieron como platos al ver sus colmillos.

- ¿por que tienes ahora esa apariencia? -llevandose la mano a la empuñadura de su espada derecha pero sin desenvainarla- ¿lo de antes fue todo un engaño no es así?

De alguna manera se sentía traicionado, apenas le conocía pero había creido que podía confiar en el.

- creí que tu eras diferente -bajó la mirada.

Estaba entre la espada y la pared. Por un lado, el era su enemigo, pero por el otro, en el fondo creyó en sus palabras dichas. Por primera vez no sabia que hacer.

Luna lo sacó de sus pensamientos al lanzarse hacia el.

Recogió y desenvainó ambas espadas, se colocó en posición de ataque. Al igual que había hecho Luna. De nuevo estaba delante de un enemigo al cual debía vencer. Estaba decidido a atacar y acabar con el. Pêro entonces...

- ¿por que no puedes ser como el resto de los vampiros? -soltó las espadas, que cayeron con un ruido sordo al suelo - ¿por que no te limitaste a atarme cuando nos vimos por primera vez? -le miró con un profundo dolor en los ojos.

Luna solo se limitó a observarle en silencio.

- Todo sería mas fácil si fuera así -se llevó las manos a la cabeza y comenzó a temblar, cayendo de rodillas al suelo - los vampiros siempre han sido mis enemigos... toda la vida los he odiado... por lo que hicieron... entrené duramente durante años... y ahora... resulta que... uno de ellos... es diferente... odias a tu propia raza -le observa sorprendido e incrédulo.

- No... no puedo luchar contra tí... no tengo motivos... -reconoce sorprendiéndose a si mismo. Se levanta despues de un rato y recoge sus espadas y las enfunda agilmente de nuevo en sus vainas. - eres diferente... algo en mi interior me decía que tubiera cuidado contigo -sonrió dandole la espada - debí alejarme de ti en cuanto te vi. Sabia que me traerías problemas -se volvió y rascó su nuca - ahora resulta que soy un guerrero que no ha sido capaz de luchar contra uno de sus enemigos -sonrió como hacía mucho tiempo que no hacía, sinceramente - ¿una tregua? -estiró su mano en señal de amistad.

Se le quedó mirando mientras se alejaba por la espesura del bosque. Que había sido eso? se preguntó confundido. Esa estraña calidez que había sentido cuando le acarició la mejilla. Sacudió la cabeza para elejar esos pensamientos de la cabeza. Era amistad, solo eso, solo podia ser eso. Tanto tiempo bagabundeando de un lado a otro comenzaba a pasarle factura. La culpa la tenía toda su sensei, con sus estraños consejos.

En esos pensamientos estaba cuando... se dio cuenta de un detalle, si Luna se alejaba, quería decir que iría a alimentarse de alguna forma, debía seguirle y evitar que hiciera daño a alguien, aunque fuera inconscientemente.

Decidió seguirle. Buscó su rastro y lo siguió, pero al cabo de una media hora, lo perdió por completo. Se detubo, seguramente se había percatado de su presencia, y lo había borrado. Exasperado y sin nada que poder hacer, decidió volver tras sus pasos a la posada.

Resignado dió media vuelta y caminó de vuelta a la posada. Despues de todo seguía en un pueblo complatemente desconocido y peligroso para alguien como el.

Caminó por las oscuras calles, casi desiertas debido a la hora que era. Agradeció esto, ya que era mas facil mantener sus sentidos alertas, sin nada que le distrajera. Pasó de nuevo por delante del prostíbulo, que era sin duda el lugar mas animado de la zona, ignoró por completo los reclamos del lugar y continuó hasta la posada.

Al llegar, se dirigió directamente a su cuarto, se soltó las correas de las espadas y se dejó caer en el sofá. Intentó dormir, pero fué imposible, no despues de todo lo que había pasado esa noche.

- Buena la has hecho Umi, aliarte con un vampiro -se burló de si mismo mirando el techo del cuarto. - podría ser peor...

Las horas pasaron lentamente, logrando que finalmente se quedara dormido.

- Gracias, te lo pagaré -se frotó el rostro, admirando la belleza simple del abrigo, que Luna le había arrojado literalmente a la cara. Le gustaba el color granate del abrigo. Lo dejó a un lado para escuchar lo que le decía mientras se incorporaba del sofá.

Umi se quedó mirando su comida pensativo. Debía tomar una decisión, acompañar a Luna o continuar el camino el solo por su cuenta. Tomara la decisión que tomara no habría vuelta atrás.

- Creo... que continuaré el camino contigo... -le miró a los ojos mientras mordía una manzana- por lo que cuentas nuestro camino es el mismo... -suspiró cansado y dolido- la idea de que sea un esclavo de algún vampiro fué la hipótesis que me dió mi sensei. Cuando luchó con ellos para defendernos reconoció el emblema de una familia noble en el cuello de uno de ellos, pero no reconoció de que familia se trataba. -bajó la mirada- la información que logré me trajo hasta aquí, pero aparte de eso, por ahora no tengo pistas que seguir. -le dirigió su negra mirada- el lugar del que tu hablas parece un buen sitio para buscar información, además no me vendría mal un guía -sonrió.

Cogió un panecillo y se lo comió en silencio, mientras asimilaba la información dada. Decidió que por ahora era la mejor opción, tal como le había dicho a Luna.

- Pareces saber mucho de ese lugar, ¿cuanto hace que vives en el? Tenía entendido que no dejaban entrar a cualquiera, ya que el control para entrar es muy extricto, no entiendo como haré para entrar. -se levantó y se acercó a la ventana- digamos que no he hecho muchos amigos entre tu raza, y puede que alguien me reconozca -sonríe de lado- sería el momento perfecto para vengarse por lo que les hice. -se queda un rato callado esperando por una respuesta que no llega- bueno... mi filosofía es... enfrentar los problemas según van apareciendo.

Se da la vuelta para mirarle sonriendo.

- ¿cuando partimos?

Se puso el abrigo y lo abrochó mientras asimilaba la información que Luna acababa de darle. Despues de analizarlo un poco, reconoció que era un buen plan.

- Tu plan es bueno -sonrió caminando detrás de él, observando bien el suelo que pisaba- parece que me estás llevando por el sendero para turistas -ironizó, el otro sólo sonrió.

Y no era para menos, en ese momento estaban cruzando un desfiladero que bordeaba la montaña. Se asomó a la orilla, pero rápidamente se pegó a la pared, la altura era suficiente para asustar al mas valiente, y si a eso sumamos que estaba cubierta de nieve y se había levantado un fuerte viento, daba bastante respeto.

- Parece que se acerca una tormenta -comentó observando el oscuro cielo- aunque puede que aún tarde unas horas en descargar su fuerza. Luna le miró asombrado - no me mires asi -sonrió- he pasado toda mi vida de un lado para otro y algo he aprendido.

Siguieron su camino apresurando el paso, aquel cielo no tenía buena pinta y ambos lo sabían, pero aun así debían tener cuidado donde pisaban, cualquier error podía ser fatídico.

-Creo que deberíamos buscar un refugio -se frotó las frias manos. Luna asintió de acuerdo- la idea de convertirme en un cubito de hielo no me atrae en lo mas mínimo y supongo que a tí tampoco.

Caminaron un buen rato más sin encontrar ningún sitio que les pudiera servir. Luna caminaba seguro delante, como si el despeñadero que corria al lado del sendero no le afectara en lo mas minimo y el frío tampoco parecía afectarle. Pero para Umi era otro cuento, el frío comenzaba a instalarse en su cuerpo, el viento soplaba fuerte y la nieve le dificultaba la vision.

- Espero que conozcas bien el camino -intentó bromear.

Cogió el abrigo que le lanzó, dudando si debía dejarle salir, con la tormenta encima de ellos. Pero antes de que pudiera decirle nada, había desaparecido de su vista.

Un golpe de aire helado lo saca de sus pensamientos. Su ropa estaba empapada y el frío había calado sus huesos. Temblando se quitó el abrigo y la camisa mojada, y se puso la de Luna. Le costó mucho hacerlo, pues las manos temblorosas apenas le respondían. Cuando consiguió hacerlo, los temblores habían aumentado.

- Donde... estás Luna, hace... rato que te fuiste... -preocupado decidió salir a buscarle. Comenzó a caminar hacia la salida de la cueva, pero las piernas no le respondían, se apoyó en la pared, tenia la vista nublada por la fiebre- perfecto, lo que me faltaba - se autoreprochó- debo buscarle... es peligroso que estés... fuera tanto tiempo... - la alta fiebre hizo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Intentó levantarse, pero estaba demasiado mareado para conseguirlo. Debía buscarle, dudaba que los vampiros fueran inmunes al frío, y él le había dejado su abrigo, así que estaba desprotegido del clima.

Tenía mucho sueño. Se sentía cansado. Sacudió la cabeza intentando concentrarse. Debía manternerse despierto, si se dormía sería su final.

En su semiinconsciencia sintió unos pasos apresurados que se acercaban y alguien que hablaba, aunque no entendía lo que decía.

Sintió que lo levantaban, pero no podía hacer nada. Comenzó a sentir algo de calidez. Con esfuerzo abrió los ojos y reconoció a Luna. Este movía los labios sonriendo, pero no entendía lo que le decía.

- Soy patético... -susurró debilmente e inconscientemente se abrazó a Luna, buscando calor. Cerró los ojos quedandose dormido.

La tormenta había llegado y arreciaba fuera con todas sus fuerzas. Su fuerza era impresionante, hasta el fondo de la cueva llegaba el aullido del viento que soplaba fuera. Por suerte debido a su intrinsicada forma, la cueva era un gran refugio.