busqueda del pasado (libre)

Esperó a que terminara de comer, antes de decidirse a hablar.

- Tienes razón, no vine aquí solo a traerte la comida. Leí el expediente, aunque tengo que reconocer que no entendí la mitad de lo que allí ponía.

- Es una pena que no hubieras sido tu el que lo atendió -se lamentó bajito- pero no es tu culpa -intentó sonreir- lo que mas me preocupa, es saber quién lo llevaba al hospital, y por que siempre era por lesiones y golpes.

Luna sólo observó el ir y venir por su despacho de Umi, tras unos minutos de silencio, se sentó el la silla que estaba destinada a los pacientes, frente a al escritorio de Luna.

- Quiero creer, que alguno de los secuestradores de Luan, le tenía el suficiente afecto por su salud, como para llevarlo al hospital. -rogó con cara triste mirando el suelo.

- Necesito encontrarle cuanto antes, no quiero ni pensar por lo que ha pasado estos años -con un fuerte dolor en el pecho, el cual podía verse reflejado en su rostro.

Luna sólo se acercó a él. Umi sin pensarlo dos veces se refugió en sus brazos en busca de consuelo. Tras unos minutos así, se separó consciente de su debilidad. Lo último que quería es que su amigo creyera que sólo buscaba en el consuelo y no amor, algo siempre le había sido negado.

- Tengo otra mala noticia -sentándose de nuevo en la silla sonrojado- me enteré en el mercado que se acercan las fiestas de la cosecha y tambien la de disfraces.

La interrogación podía verse en el rostro de Luan.

- Eso significa que habrá demasiado movimiento en el pueblo, con el trajín de las preparaciones, ya hoy podía verse en el mercado el revuelo de los preparativos -contestando a la muda pregunta de su amigo- no se como haremos para saber los movimientos de las bandas, no se me ocurre ninguna idea.

- Le pediría ayuda a Draken, lo conozco lo suficiente para saber que me ayudaría en esto encantado, como dice él, cuanto mayor el riesgo, mayor es la recompensa -casi escupió las palabras- pero conocíendolo se volvería a meter en líos que pueden matarle. Eso si no lo hago yo antes -recordando la última conversación con el nombrado.

Luna sólo sonrió ante estas palabras.

- No te burles -sonrojándose mas- ese idiota siempre está diciendo estupideces -se excusó puesto que no sabía si Luna había escuchado algo ese día.

- Espero sinceramente que tengas alguna idea.

- Lo... lo intentaré... -susurró sin saber que mas decir, mirando el suelo avergonzado.

Sentía mucho calor en las mejillas, no sabía como actuar frente a Luna. Ese beso lo había sorprendido mucho, ni en sus mas locos pensamientos imaginó que Luna llegara a sentir lo mismo que él.

Se había sentido muy bien ese dulce beso que su amigo le dió, apenas había rozado sus labios, pero había sido maravilloso, sentía latir su corazon tan fuerte que temía que fuera a salírsele del pecho.

Eso lo alegró mucho, pensó sonriendo mientras salía del hospital. Despues de todo Luna estaba trabajando y no quería molestarle.

Caminaba tranquilo por el pueblo cuando algo pasó por su mente.

- No puede ser -susurró intranquilo- el dijo que las enfermeras lo acosaban? -con algo desconocido para el hasta ese momento, celos -entonces con quien irá él?

Con estos oscuros pensamientos siguió caminando por las tranquilas calles, ahora tenía otra preocupación que añadir a su aturdida cabeza. El sabía que Luna era atractivo, muy atractivo, se había dado cuenta cuando lo conoció, pero hasta ahora no había caido en la cuenta de que otras personas pudieran sentirse atraídas por su amigo. El solo echo de pensar que pudiera caer en las redes de alguna de sus enfermeras.

Sacudió esos cenicientos pensamientos de su mente, Luna le había dicho que él era el unico al que quería. Al recordar esto no pudo evitar sonrojarse.

- jajaja, no sabía que estaba enamorado de mi -susurró alguien en su oido.

- Draken!!! -exclamó alejándose de él y llevando la mano a su oreja- no hagas eso -mirándolo con odio.

- Jejeejej deberías ver tu rostro en este momento -señalándolo mientras no podía dejar de sonreir- es la primera vez que consigo sorprenderte con la guardia baja.

- Tienes suerte de que estemos en un lugar concurrido -alejándose caminando de él.

- Ohhh vamos Umi no te enfades -con tono burlesco, el cual dejó al ver la expresión asesina que este le dirigió sin dejar de caminar.

- Idiota -masculló metiendo las manos en su bolsillo.

- Vamos Umi, no puedes seguir enfadado por lo del otro dia -extrañado por la forma de actuar de su amigo, el gesto que le dirigió confirmó sus sospechas- solo era una broma, normalmente ni siquiera hubieras contestado a la broma, y mírate ahora -señalando el pequeño agujero en su chaqueta- definitivamente ese vampiro te ha cambiado -suspiró.

Umi sólo le dirigió una mirada que decía lo poco que le importaba lo que pensara de él.

- Me estoy saliendo del tema que importa -poniéndose serio de repente- quizá esto te interese -enseñando una entrada que llevaba en la mano- es para una fiesta de disfraces muy exclusiva, que se celebrará pronto, si no me informaron mal, la organiza el Hospital de aquí, alli se reunirán todos los peces gordos del pueblo y alrededores -sonriendo de lado al ver la expresión de su amigo- si te disfrazas de princesa para mí, con gusto seré tu acompañante, ya que sólo se puede asistir en pareja -se burló poniéndose en guardia ante la posible respuesta con dagas que recibiría de su amigo.

- Ya tengo pareja -masculló las palabras con veneno, no conocía a su pareja pero ya sentía que la odiaba- tendrás que buscarte a "otra princesa" -dándole la espalda mientras caminaba, llegando a la puerta de la casa.

- Noooo -con lagrimas fingidas en los ojos- no puede ser que ese vampiro se me haya adelantado, de que te pidió que te disfrazaras para él? de gatita quizás?

Esta vez casi no pudo esquivar las dagas, de hecho ahora se encontraba clavado a la vaya de la entrada por las mangas de su abrigo. Pero lo mas preocupante era la daga con la que Umi jugaba en ese momento.

- Decías algo Draken? -mirando la punta de la daga, la cual brilló.

- No... no decía nada... -con un sudor frío recorriendo su espalda- sabes que sólo bromeaba -consciente de lo que era capaz de hacer su amigo- de echo creo que se me hace tarde -consiguiendo soltarse de su prisión- aun tengo que conseguir pareja, espero verte allí, quizás consigas información sobre tu hermano, yo también investigaré. -con gesto serio- ten cuidado Umi, la gente que se mete en sus asuntos no suele tener un buen final.

- Lo mismo te digo amigo -despidiéndose de él.

- Ponte guapo para mi -gritó despareciendo en la esquina de la calle.

Umi decidió olvidar las bromas de su amigo y entró en casa, aun quedaban muchas cosas por hacer antes de la fiesta de la noche siguiente. Decidió entretenerse recogiendo algo la casa y preparando la cena para Luna.

Terminó enseguida de hacer lo primero, pero le costaba mas decidir que cocinar. Que le gustaría a Luna? Ahora que lo pensaba nunca le preguntó cual era su comida favorita. Lo haría esta noche, decidió sonrojándose.

- Ahora que lo pienso, no sé como vestirme para la fiesta, jamas fui a ninguna -mirando por la ventana de la cocina distraido- sería fantástico acudir con Luna -imaginándolos abrazados con la luna como fondo a punto de besarse - dioooos, que estoy pensando -llevándose las manos a la cabeza- la culpa es toda de ese idiota de Draken.

Inconscientemente se llevó una mano a la boca, recordando el beso que Luna le dió.

- Mi primer beso -susurró conmocionado abriendo grande los ojos, ya que los que le daban su madre y su hermano no contaban como esa clase de besos.

Despues de lo ocurrido con su familia, se encerró en si mismo, de ahí su caracter arisco con la gente. Nunca dejó que nadie se le acercara afectuosamente aparte de su sensei, y claro está ahora Luna, aunque comenzaba a darse cuenta de que Luna se había instalado en lo mas profundo se su corazón, y eso lo alegraba mucho pero también lo asustaba, el miedo a ser dañado lo aterraba.

En un intento de sacar estos pensamientos de su cabeza decidió preparar la cena. Se decidió por hacer carne asada con algo para acompañarla, sonrió al pensar que nunca creyó que las lecciones de su sensei de cocina le serían tan útiles.

Puso la mesa con todo detalle, igual que lo hacía su madre cuando venía su padre despues de varios dias de ausencia.

La cena estaba casi lista, sólo faltaban los últimos toques, cuando sintió la puerta abrirse, no necesitó girarse para saber que era Luna, su forma sigilosa casi inaudible de andar era inconfundible.

- Bienvenido a casa -saludó, abriendo el horno con cuidado de no quemarse- supongo que tendrás hambre -bromeó poniendo la cena en la mesa.

Se sonrojó al encarar a Luna, la forma en que le observaba le puso nervioso, era la misma con la que había mirado segundos antes de besarle, al darse cuenta de esto, bajó la mirada sonrojado.

- Su... supongo que vendrás agotado -desviando la mirada avergonzado- así que nada de trabajar ni leer despues de la cena, te iras derechito a dormir como un buen adulto. -regañó en un intento de burlarse, y distraer a su amigo para que dejara de mirarle así.

- No me mires así -intentando que no apreciara el rojo de sus mejillas- harás lo que digo si no quieres despertar mi ira -mirándole serio, aunque con el sonrojo no lo pareciera.

Lo cual pudo comprobar al escuchar la risa de su amigo.

- Tonto -cruzando los brazos enfadado, pero sin poder aguantar mas tambien comenzó a reir.

Furioso entró en su cuarto, cerrando con pestillo la puerta. No entendía a Luna, de todas las enfermeras por que tenía que invitar a Eriko-san. No había pasado por alto el profundo interes que esta atractiva enfermera sentía por él.

Se desvistió, quedando sólo en ropa interior. Se acostó en la cama consciente de que tardaría en dormirse, miles de incertidumbres danzaban en su mente.

- Soy un idiota -susurró criticándose a si mismo- debería darle un voto de confianza a Luna -en un intento de comprender lo que pasaba por la cabeza de su querido amigo. - no te entiendo Luna, juro que no te entiendo.

Desvió su vista a la ventana, por la cual una hermosa luna llena filtraba sus rayos de luz plateada. Cruzó sus brazos tras su nuca suspirando astiado.

- Quiero creer que algo te ha llevado a tomar esa decision Luna -rogó para sus adentros- sería demasiado doloroso que sólo estuvieras jugando conmigo -el dolor inundaba su corazon- pero lo que sentí cuando tu mano rozó mi mejilla se sentía demasiado bien, un profundo calor inundó mi corazón, incluso mayor que el que sentía cuando algo me asustaba y madre me rodeaba con sus dulces brazos. Dime que tu sientes lo mismo, por favor. -rogó con toda su alma.

Un suave ruido interrumpió sus ruegos. No hizo falta ser un genio para darse cuenta de que se trataba de Luna. Por unos segundos creyó que llamaría a su puerta, en su fuero interior una batalla se libraba, por un lado deseaba que su amigo llamara y entrara para abrazarle y decirle que todo era un malentendido, pero por otro, no queria verlo, al menos en estos momentos, lo último que quería era que lo viera en este estado.

Al parecer sus ruegos fueron escuchados, ya que despues de unos minutos, Luna se alejó tan silenciosamente como se había acercado, le pareció escuchar algo en el suelo.

Esperó unos minutos antes de levantarse de la cama y acercarse a la puerta. La abrió con el mayor sigilo, miró a su alrededor, encontrándose sólo en el pasillo, al bajar la mirada pudo ver un pequeño bulto junto a la puerta.

Se agachó cogiendolo y volviendo a su cuarto pudo apreciar que se trataba de un hermoso traje negro. Sonrió para su interior, Luna lo había comprado para él, eso le alegró, con cuidado lo guardó en el armario, y volvió a la cama. De alguna forma sentía que ese traje significaba un intento de pedir disculpas, rogó para que así fuera, antes de quedarse profundamente dormido.

A la mañana siguiente, se levantó de mejor humor, el cual se vió ligeramente nublado al leer la fría nota de su amigo. La cual arrugó en su mano.

- Demasiado frío -susurró saliendo por la puerta con dirección al mercado, despues de todo, necesitaba despejarse y comprar comida.

Deambuló por las concurridas calles del mercado, percatándose de que ya casi todas le resultaban familiares.

- Creo que le estoy cogiendo demasiado cariño a esto -refiriéndose a la vida hogareña junto a Luna - si un día tuviera que partir sería demasiado duro.

Siguió con sus compras consciente del bullicio producto de los preparativos para las fiestas. Pudo ver en varios puestos hermosos disfraces de todas clases. Pero fue uno el que llamó su atención.

- Me gustaría verte con ese puesto -susurró alguien en su oido- te verías genial con... -no pudo continuar al recibir un fuerte golpe en la cabeza, cortesía de Umi.

- Sigue por ese camino, y no verás un nuevo amanecer -amenazó en un susurro.

Y no era para menos, Draken había visto el mismo disfraz, si porque él era el que había recibido el golpe. El nombrado disfraz, no era otro que el de gatito/a, compuesto por un ajustado pantaloncito de cuero negro, junto con una camiseta mas ajustada aun de red tambien negra, y como unicos complementos unas esponjosas orejitas y unas garritas como guantes.

- Me hago viejo -sobándose el golpe- antes hubieras dado un pequeño grito, el cual abría aprobechado para esquivar el golpe, pero ya no resulta -se quejó.

- Será por que eres el único con las suficientes agallas para burlarte de mi, y vivir para contarlo -ofreciéndole una manzana, la cual el otro aceptó- lo que sigo sin entender es como haces para aparecer en el sitio menos pensado y cuando menos me lo espero.

- Un buen mago siempre se guarda un as en la manga -sonrió mordiendo la manzana- no estará envenenada? -susurró preocupado al ver la sonrisa de lado de Umi.

- Ya es demasiado tarde para ti -observando la palidez del otro- tranquilo, no me diste tiempo a envenenarla -sonrió viendo como el color volvia a su rostro.

- Unas veces te odio mas que otras - caminando a su lado molesto, despues de un rato- supongo que esta noche nos veremos en el baile, lo mejor será hacer como si no nos conociéramos, te recuerdo que a mi aun me buscan, aunque supongo que con esto pasaré desapercibido, -mostrando un antifaz hermosamente adornado con plumas azules -deberías comprar uno. Lo último que te interesa es ser su próxima presa -refiriéndose al echo de ser el gemelo de su objetivo.

- Eso haré -acercándose a una pequeña tienda donde se podían observar diversos antifaces en la entrada. - uff no se por cual decidirme, no entiendo de esto.

- Toma este -le ofreció Draken- pruébalo.

- Me gusta -cogiéndolo en su mano, se trataba de uno negro, con detalles rojos en los bordes. Observó a su alrededor, parándose su vista en uno que era el mas hermoso de todos, lo cogió en sus manos, se trataba de uno rojo sangre con finos labrados negros en sus bordes, era simplemente hermoso -tambien me llevaré este -pensando en Luna.

Una vez terminadas sus compras se despidió de su amigo hasta la noche, prometiéndose tener cuidado.

La tarde se le pasó volando, todo gracias a un libro de Luna que llevaba unos dias leyendo. Lo había estado leyendo en un intento de matar las horas muertas y tener la mente ocupada, y por suerte había funcionado.

Con un suspiro cerró el libro marcando la página en que se había quedado, con cuidado lo dejó en el escritorio de su cuarto. Se levantó y se dirigió al baño con la intención de darse una ducha rápida, lo último que quería era llegar tarde.

Despues de unos minutos, salió con sólo una toalla rodeando su cintura y otra alrededor de su cuello. Terminó de secarse el pelo mientras observaba el hermoso traje que descansaba encima de la cama esperando ser usado.

Ya casi estaba listo, sólo faltaba ponerse la chaqueta del traje, se dirigió al baño para peinarse, un detalle llamó su atención faltaba la corbata, o para ser exactos el nudo de la corbata. Intentó imitar el nudo que a veces llevaba Luna, pero fue imposible, nunca antes se había puesto un traje tan elegante.

- No me queda otra -dejándolo colgado de su cuello, tendría que pedirle ayuda a su amigo.- me siento raro con esto -observándose con atención en el espejo, este le devolvía el reflejo de casi otra persona, esa fina camisa casi marcaba sus escasos músculos, pues aunque le molestara, siempre había sido de constitución delgada, lo cual para lo único que le había servido era para que sus enemigos le subestimaran.

- No sé como la gente puede ponerse esto todos los días -susurró incómodo por lo ajustado de los negros pantalones de tela.

Percatándose de que parecía una damisela insegura el día de su boda, salió del cuarto colocándose la chaqueta. Recogió las máscaras en el salón, y con ellas en la mano se dirigió al hospital, no sin antes colocarse el abrigo que había dejado en la entrada. Se sentía algo incómodo saliendo así a la calle, no era su estilo.

Por las calles podía observar a la gente disfrazada por todas partes, era increible que fuera el mismo lugar por el cual transitó a la mañana con dirección al mercado. Los niños corrían jugando unos con otros, sus sonrisas eran contagiosas. Hacía mucho que no escuchaba una.

Se notaba que las gentes aprobechaban estas celebraciones para eludir por unas horas sus vidas cotidianas, unas mas alegres que otras. Se alegraba de este echo sobre todo por los mas pequeños que jugaban en las calles a pesar de que ya era tarde para ellos.

Los puestos del mercado habían sido cambiados por llamativas casetas de juegos y regalos de toda clase. Era increible como se había transformado. Le costó lo suyo llegar hasta el hospital, no era facil esquivar las calles repletas de gente disfrazada.

Entró al hospital preguntando por su "hermano", pero las pocas enfermeras que allí se encontraban elegantemente vestidas se le quedaron viendo.

- Por... por favor podrían decirme donde se encuentra el doctor Bonkrovich -casi tartamudeó incómodo por las miradas puestas en él.

- C... claro señor -contestó sonrojada- usted es su hermano verdad?, el le está esperando en su despacho, si quiere le acompaño.

- No será necesario -sonrió incómodo- conozco el camino, muchas gracias - sin esperar más se dirigió por los pasillos al nombrado lugar.

El calor producto de la calefacción del hospital le obligó a sacarse el abrigo antes de llegar al despacho. Con algo de timidez, llamó antes de entrar en el cuarto.

- Perdón por el retraso -se disculpó dandose cuenta de que Luna no se encontraba solo- las calles estan repletas de gente -sonrió nervioso por la mirada fija de ambas personas - usted debe ser la señorita Mai, un placer conocerla -besando la palma de su mano, tal como le había enseñado su madre cuando era pequeño.

- El... el p...placer es m..mio - casi susurró completamente colorada. Esto no ayudó a Umi, ya que le hizo estar más incómodo.

- L... Luna necesito tu ayuda -señalando el lazo de la corbata en su mano- no sé como se pone esta cosa -bromeó avergonzado.

- No... no sucedió nada... -susurró con una foto que había caido al suelo en su mano, se trataba de un retrato de Luna, el cual acarició distraido, miró a su alrededor consciente por fin del desorden, producto de su empujón a su amigo- esto ha sido culpa mía, soy muy torpe -sin saber que escusa dar -salió un momento... iré a buscarle, no se preocupe señorita Mai, -fingiendo una sonrisa- digale a la señorita Eriko-sama que enseguida estaremos con ustedes... -casi escupiendo las últimas palabras.

Sin esperar una respuesta por parte de ella, salió del hospital. Mirando a su alrededor, sin deternerse, caminaba con prisa en la dirección que había tomado Luna, su mente era un remolino de pensamientos.

Por un lado estaba esa Eriko, estaba claro que ella sentía algo por Luna y no dudaba en demostrarlo delante de él, sabía que lo único que sentía por ella eran celos, pero diablos como escocían, hacían que su sangre hirviera cada vez que tocaba a Luna, no quería que lo hiciera, pero no podía hacer nada, al menos de momento, pensó.

Por otro lado, estaba ese beso que segundos antes le había dado, no se parecía en nada al anterior. Este había sido un beso posesivo, demandante y ansioso, se sonrojaba sólo de recordarlo. Pero esa no era la cuestión, lo había empujado con fuerza, se maldecía interiormente por ello. Sabía que no tenía escusa para lo que había echo, lo había cogido completamente por sorpresa, jamás pensó que haría algo cómo eso, aún le costaba creer que sintiera lo mismo que él.

Tembló sólo con recordar el dolor reflejado en los hermosos ojos de Luna, de alguna forma sentía que lo había traicionado con ese rechazo inconsciente, y eso era lo último que deseaba. Agarró su ropa a la altura del pecho inconscientemente.

Sus pasos lo llevaron hasta lo que parecía la entrada de un bosque, no sabía como pero había llegado hasta ahí, sentía la presencia de Luna cerca, se detubo y cerró los ojos. Volvió a caminar con una dirección fija, al poco rato pudo distinguir la silueta de Luna recortada por el astro rey de la noche, se encontraba apoyado contra en tronco de un arbol con los ojos cerrados.

En silencio se acercó, con temor al rechazo. Su amigo no hizo ningun gesto ni movimiento, Umi era consciente de que había sentido su presencia. Sin pensarlo dos veces le abrazó con fuerza, como temiendo que desapareciera.

- Lo... lo siento... -susurró escondiendo su rostro en el pecho de Luna- soy un gran idiota... -confesó sin mirarle a la cara- no estoy acostumbrado a los gestos cariñosos, al menos no conmigo, y el... el... el beso me sorprendió- costándole decir lo último.

Luna no dijo nada, despues de un rato devolvió el abrazo, Umi tembló ante este contacto, se sentia bien, muy bien, deseó que jamás terminara, pero sabía que eso era imposible.

- C... creo que es tarde -susurró separándose lentamente de él, sin mirarle a los ojos avergonzado- nos... nos están esperando... y tu tienes que abrir un baile...

El silencio de Luna lo hizo sentirse incómodo, no sabía que estaba pensando en ese momento, y eso lo ponía nervioso.

- Aun... aun tienes que atarme la corbata -pidió sin saber que más decir mirando el suelo.

Umi no pudo evitar sonrojarse al leer lo que los labios de Luna acababan de decirle. Sin saber como reaccionar se dejó llevar por la tímida Mai por el salón.

El salón ya estaba casi lleno, no podía apreciar cuantas personas había allí reun¡das, pero seguro que superaban las cien. Todas bien trajeadas, algunas incluso disfrazadas, eso le hizo recordar el antifaz que llevaba en la mano, el cual había quedado olvidado en el bolsillo de la chaqueta. Al comprobar que todos llevaban los suyos se colocó el de él.

- Se me olvidó darle es suyo a Luna -dijo en voz alta con el otro en la mano- se lo daré mas tarde - concluyó sonriendo.

- Tranquilo Umi-sama, despues del baile de apertura podrá darselo -sonrió dulcemente.

- Tienes razón -devolvió la sonrisa alegre.

Los se quedaron viendo junto con el resto de los invitados como la pareja antes mencionada danzaba al ritmo de un vals por la pista formada por los propios invitados.

Umi se quedó maravillado por la elegancia de los movimientos de Luna, se movía como pez en el agua, sintió una profunda envidia por no estar en el lugar de la chica que en ese momento se encontraba abrazada a Luna.

Mai pareció darse cuenta de este detalle puesto que con un suave toque en su hombro lo trajo de nuevo del mundo de los sueños.

- Esto... desea bailar... Umi-sama? -mirando el suelo sonrojada.

- De acuerdo, pero sólo si a cambio deja de llamarme Umi-sama, sólo Umi por favor -sonrió ofreciendo su mano, ella sólo asintió. -le advierto que no sé bailar, Luna es el experto no yo.

- Entonces estamos igual -sonrió mas tranquila- me preocupaba el echo de que apenas se bailar.

Ambos se reunieron con el resto de la gente que danzaba en la fiesta, Umi olvidó por unos minutos por que se encontraba allí, Mai resultó ser una persona muy agradable, que sentía gran aprecio por su jefe, el cual la trataba bien y no fríamente como ya habían apreciado con su actual pareja.

Ambos rieron ante esto. Umi descubrió que a Mai no le agradaba mucho Eriko, al parecer era una persona muy escandalosa que se pasaba el tiempo siguiendo al doctor, en mas de una ocasión ella había tenido que inventar una excusa para que le dejara en paz.

- Me alegro que mi hermano tenga una ayudante tan buena como tu -sonrió agradecido- espero que le sigas salvando la vida de las garras de ella -medio bromeó, ambos rieron ante esto.

Unos compañeros de Mai vinieron en su busqueda pidiéndole permiso a Umi para bailar con ella, el cual aceptó pidiendo que no la secuestraran toda la noche, todos rieron.

Al encontrarse sólo buscó con la mirada a Luna, despues de un rato se dió por vencido.

Sin saber que hacer, se acercó a uno de los valcones que había en la estancia. Se apoyó en la barandilla con la mirada perdida en el horizonte. Un largo suspiro escapó de su interior. Aun rondaba por su mente las últimas palabras de su amigo, ignoraba hasta donde hubiera llegado en el bosque si no llega a ser por el baile, y sinceramente no sabía si estaba preparado para dar el siguiente paso, ni siquiera sabía cual era el siguiente paso, esto era todo nuevo para él.

El calor inundó sus mejillas al recordar esto, y sobre todo las últimas palabras antes del baile. Luna le había dicho que le amaba, que le amaba. Un dulce escalofrío recorrió su espalda ante esto.

Ya no le quedaban dudas Luna sentía lo mismo que él.

Apoyado en el balcón contemplaba la luna llena distraido con la música que llegaba hasta sus oidos, se dió cuenta de que la primera melodía hacía un rato que había terminado. Lo cual significaba que el baile de apertura ya había terminado.

Sabía que pronto Luna vendría en su búsqueda y comenzarían a investigar. Con esos pensamientos estaba cuando desde su posición observó a varios invitados en el jardín que estaba a sus pies, eso no hubiera llamado su atención si minutos mas tarde no viera salir a su amigo en la dirección de ellos.

Decidió no intervenir hasta saber que pasaba. Desde el balcón no podía escuchar que era lo que hablaban, pero si pudo apreciar que Luna se mantenía en alerta ante un posible ataque de los otros. Eso le alarmó, por mucho que corriera aún tardaría en llegar a su posición.

La única alternativa que tenía era saltar el balcón, si era necesario lo haría, contempló la escena con una mano oculta en la daga que llevaba a la altura del pecho, siempre resultaban útiles en esta clase de situaciones.

Justo cuando pensó en actuar Luna y los otros se separaron, ignoraba lo que habían hablado pero no tenía ninguna duda de que no eran simples saludos.

Cuando su amigo se internó de nuevo en el edificio, el tambien entró en su búsqueda, maldijo el echo de que hubiera tanta gente, resultaba casi imposible encontrar a nadie.

Al pasar entre la multitud distraido en la búsqueda de su amigo se tropezó con alguien.

- Lamento el empujón -se disculpó sin detenerse.

- Acepto las disculpas -contestó el aludido- mi nombre es Daniel Lorentt -se presentó el desconocido, ofreciendole su mano.

- El mío es Umi Bonkrovich -sonrió de lado consciente de que el que se encontraba frente a él no era otro que Draken- encantado, aunque debo disculparme llevo prisa.

- De las prisas, solo queda el cansancio -le advirtió- esas palabras me las dijo un viejo conocido hace poco, aunque no creo que lo conozca se llama Luan Rosenoire.

- T-tiene razón no le conozco -disimulando la sorpresa- quizás en otra ocasión podamos hablar mas disternido -algo le decía en su interior que era peligroso que los vieran juntos, podrían hacer conjeturas y sería fatídico para ellos y para Luna - ahora si me disculpa.

Avandonó su compañía con esfuerzo, quería preguntarle donde le había visto y cuando. Era lo que deseaba preguntarle con todo su corazón en ese momento, pero su sexto sentido le advertía del peligro que corría, y si algo sabía es que esos presentimientos eran lo que le habían permitido seguir con vida hasta ese momento.

En el momento que distinguió a su amigo entre la multitud se dirigió en su dirección, sólo faltaban dos metros para encontrarse frente a él cuando una mano delicada lo detuvo.

- Lamento haberle dejado sólo Umi-s... Umi -corrigió Mai, disculpándose.

- No... no pasa nada -susurró buscando con la mirada a Luna.

- Me entretuvieron mas de lo que pensaba -se excusó sonrojada.

- Eso es bueno, significa que la aprecian mucho -contestó observando que Luna se encontraba con alguien, aunque desde donde se encontraba no podía ver quien era.

- Ll-llevo mucho tiempo buscándote hermano - dijo por fin Umi dándole un doble sentido a sus palabras, despues de un largo silencio, verdaderamente no sabía como actuar- Eriko sama lleva tiempo buscándote.

Todos le miraban en silencio, y no era para menos él y el otro chico eran idénticos, si no fuera por que Umi tenía el pelo mas corto y era algo mas moreno de piel serían un perfecto reflejo en el espejo, incluso las ropas de ambos eran negras, excepto por la camisa del otro que era de un suave azul cielo.

Sólo con echarle una mirada sabía que estaba delante de su hermano perdido, pero debía actuar con cautela o todo se descubriría antes de tiempo.

- Es cierto nos parecemos mucho... -le observó detenidamente- Perdón por mi descortesía -pidió siendo aún abrazado por Luna- mi nombre es Umi Bonkrovich Rosenoire -utilizando el mismo juego de palabras que había utilizado con él Draken- soy el hermano de Luna, un placer conocerles -fingiendo una sonrisa - lo siento pero nos están esperando, espero volver a verles.

Se despidió tirando de Luna para alejarse del lugar en cuestión. Tuvo que hacer un gran exfuerzo para alejarse de Luan, justo ahora que lo había encontrado, tenía que alejarse de él.

Sin darse cuenta en que momento había pasado, ahora era él el que era guiado a través de la gente por su amigo.

No sabía en que instante habían abandonado la fiesta, sólo una cosa estaba en su mente, la persona con la que estaba su hermano era de la peor calaña, una sola mirada, aquella que ese sujeto le había dirigido le bastó para saber que era alguien muy peligroso. Y Luna se lo había confirmado cuando lo protegió inconscientemente.

La oscuridad les rodeaba en medio del bosque donde se encontraban sólo rota por la hermosa luna llena, al parecer se habían alejado por el jardín de la casa, pero eso Umi ni siquiera lo notó.

- Le encontré -susurró apoyándose en el tronco de un arbol, incapaz de mantenerse en pie, sus piernas temblaban como un flan- Luna por fín lo encontré -exclamó encarándole.

Luna sólo asintió en silencio sin saber que decir.

- Está vivo Luna, está vivo -mirando el cielo con lágrimas en los ojos, unas lágrimas que llevaban años queriendo salir- le he visto, se que no es un sueño -sonrió- y todo gracias a ti -le miró agradecido- no sé como podré pagarte todo lo que has hecho por mí.

Se quedó mirando como Luna desaparecía escaleras arriba, quiso seguirle pero sintió el sonido que hacía la puerta al cerrarse con pestillo, eso lo confundió aún mas, desde que vivía con él nunca había cerrado con llave su cuarto.

- Por que actúas estraño -preguntó en un susurro, no le había pasado desapercibido su cambio de humor en el bosque, su silencio autoimpuesto lo había preocupado, creyó que se debía a los planes que rondaban su cabeza para ayudarle a liberar a su hermano, pero tarde se daba cuenta de que no debía a eso.

Ignoraba la razón por completo, sabía que algo le preocupaba pero no sabía lo que era. Y lo último que quería era que se levantara una muralla entre ellos.

Decidido subió al piso de arriba, pero en vez de dirigirse al cuarto de su amigo y llamar, entró en el cuarto de al lado, desconocido para él hasta ese momento, sin pararse a ver que había en él, se dirigió a la ventana, la cual abrió con el mayor de los sigilos.

Tal como pensaba ésta estaba paralela a la del cuarto de Luna, no sin cierta dificultad salió por la ventana colgándose del borde del tejado hasta alcanzar la pequeña terraza, la cual superó sentándose en la barandilla de labrada y elaborada piedra.

- No entiendo cómo Draken hace esto todos los días - se quejó sacudiendo las manos, ante los perplejos ojos de Luna.

- No me mires así -protestó ante la sorpresa del rostro de su amigo- si he tenido que hacer esto a sido por tu culpa -le acusó sin abandonar su asiento en la barandilla en la cual apoyó sus manos para evitar caerse- si cierto doctor me contara que le ronda por la cabeza, no haría que por la mía pasaran los más extraños y preocupados pensamientos -sonrojándose al recordar algunos.

Luna se levantó de su asiento con el rostro completamente serio.

- Ya te lo he dicho en varias ocasiones, me cuesta relacionarme con la gente y saber lo que piensa -se quejó mirando el suelo ante la expresión de su amigo- si algo te preocupa, me gustaría que me lo dijeras. Tengo derecho a saberlo -con dolor en sus ojos- tu me echaste este sermón una vez, ahora soy yo quien te riñe.

De un salto abandonó su posición acercándose a Luna e ignorando la expresión que con seguridad tendría en ese momento.

- ¿como voy a presentarte ante mi hermano como la persona mas importante para mí, si no puedo interpretar lo que te preocupa? -susurró abrazándole con timidez y escondiendo su rostro en su pecho.

- A mi tambien me preocupan muchas cosas, entre ellas lo que nos espera en el futuro, pero gracias a ti tengo la esperanza de que podremos contra todo lo que cruce en nuestro camino -profundizando el abrazo- soy muy egoista, pienso seguir abusando de tu amistad y presencia cerca de mi durante mucho, mucho tiempo -bromeó separándose lentamente de él y girándose no queriendo ver lo que su rostro expresaba en ese momento.

- La culpa fue tuya por ayudarme aquella noche -reconoció avergonzado y sonrojado, sentándose por la parte de fuera de la barandilla.

Cuando se dió cuenta se encontraba metido en la cama de Luna con solo los pantalones puestos, ignoraba en que momento le había sacado el resto de las ropas. Supuso que fue mientras intentó resistirse en vano.

- jejeje -rió bajito presa de los nervios que acababa de pasar. Cómo pudo se llevó una mano a la frente pasandola por sus cabellos despeniados.

Luna tenía razón, en el poco tiempo que llevaba conociendo a su amigo había aprendido a interpretar sus gestos, o eso creía él. Puesto que lo que había echo hace unos minutos lo había sorprendido mucho.

Inconscientemente acarició el largo pelo de su amor, este se estremeció ante el contacto, Umi no estaba seguro si dormía o permanecía despierto, y el fuerte abrazo que lo rodeaba le impedía averiguarlo.

Cerró los ojos en un estremecimiento al recordar lo que había sentido cuando Luna acarició su cuerpo y le besó. Había sido increiblemente intenso, nunca se había sentido así. Su mente se había quedado en blanco, sólo pendiente de lo que Luna le hacía, cómo si nada mas existiera en el mundo, incluso se había olvidado de respirar.

Lo mejor había sido cuando sintió los labios de su amigo en su piel, cómo le acariciaba dulcemente, cómo si el fuera alguien especial. Pero cuando descendió por su cuerpo sintió miedo, ignoraba que iba ha hacer, y al parecer Luna se dió cuenta y se detuvo.

"Soy tonto, Luna jamás me haría algo que me dañara", se recriminó, y tenía razón para hacerlo, en el tiempo que llevaba conociendo a Luna se lo había demostrado con creces.

Siguió acariciando el pelo de Luna lentamente y con cuidado de no despertarlo si es que estaba despierto.

Despues de un rato, escondió su rostro en el pecho de Luna en busca de calor y sentir el lento latido del corazón de su amigo, lentamente se fue quedando dormido.

La noche transcurrió tranquilamente, con la luna llena como unica testigo de lo que había sucedido en aquel oscuro cuarto.

Los suaves rayos del sol, le dieron en el rostro a Umi, siendo los responsables de que se despertara.

Lo primero que vieron sus ojos cuando los abrió fue el rostro de Luna que lo observaba en silencio con una espresion dulce y tranquila.

- B-buenos dias -saludó con un fuerte sonrojo.

La llamada en la puerta los había interrumpido, maldecía ese echo, le encantaban los gestos cariñosos de Luna.

Sin ganas se levantó de la cama con la camisa de Luna aun puesta, no hacía ser un genio para darse cuenta de que le quedaba algo grande, logico teniendo cuenta que era mas alto que él.

Rápidamente se dirigió a su cuarto para buscar ropa que ponerse, despues de todo aún llevaba el pantalón del traje de la fiesta, y este estaba tan arrugado que resultaba irreconocible.

Sin perder el tiempo se cambió, maldiciendo no tener tiempo de darse una relajante ducha, ya lo haría mas tarde. Se vistió con prisa con lo primero que encontró, un pantalón negro viejo y una camisa granate. Se estaba poniendo las botas cuando sintió el grito de Luna.

Bajó casi corriendo pero se tranquilizó cuando supo de quienes se trataba. Suspiró aliviado, por un momento había temido por la vida de su amigo.

Una gota se escurrió por su frente al ver lo que Luna llevaba puesto. Si no lo viera no lo creeria. Nunca pensó que el calmado doctor haría esa clase de locuras.

- Buenos dias -saludó saliendo de su asombro- seguro que desean tomar té o café -intentando cambiar de tema, debido a las miradas que le eran dirigidas.

- Luna puedes acompañarme, ignoro donde has puesto el té -pidió despues de tomar nota mental de lo que iba a tomar cada uno de ellos.

Los dos se dirigieron a la cocina, mientras Umi ponía el agua a hervir y colocaba las tazas.

- Luna deberías vestirte -susurró con mirada divertida y sonrojada al verle quitarse su atuendo improvisado- aunque ese color te queda bien -besando su mejilla.

Luna desapareció escaleras arriba, Umi continuó riendo bajito, por miedo a que los otros le escucharan. Despues de esperar unos minutos ya todo se encontraba en la bandeja, junto con unos bollitos.

Con cuidado de no tirar nada se dirigió al salón y colocó lo pedido delante de cada uno, que ya se encontraban sentados en los sofás.

- Espero que sea de su agrado -haciendo una pequeña reverencia, para romper el incómodo silencio que se había formado.

Iba a añadir algo cuando su "hermano" bajó ya vestido.

- ¿puedo preguntar a que se debe su inesperada visita? - preguntó despues de unos minutos.

Todos se le quedaron mirando, se movió algo incómodo en el improvisado asiento en el que se contraba. Luna se había sentado en el sillón y el se encontraba apoyado en el reposabrazos del mismo sillon.

Umi se levantó lentamente de su improvisado asiento, acomodándose de nuevo frente a Luna en el sofá que habían ocupado anteriormente Mai y su jefe, mientras era observado atentamente por su amigo.

- Menuda pregunta la que me haces -contestó despues de observar un rato su taza de té- me siento hasta casi ofendido -sonriendo de lado- será un placer ayudarte "hermano", siento que me estoy oxidando sin blandir mis espadas, un poco de ejercicio y emoción me hará bien -estirando sus brazos como si de un gato se tratara- no puedo negarme a ayudarte despues de todo lo que has hecho por mi, independientemente de que se trate de la misma persona que tiene secuestrada a mi hermano -aclaró por si quedaba alguna duda mirando el suelo.

- Y por si eso fuera poco, con esto mataré tres pájaros de un tiro -explicó con un extraño brillo en los ojos- salvaré a mi hermano de las garras de ese indeseable, le haré pagar por lo que le ha hecho a Luan, y le sacaré información sobre los dos vampiros que mataron a mis padres -terminó bebiendo lo que le quedaba de té.

Cerró los ojos imaginando a su hermano libre de ese desgraciado, rezaba por que no le hubiera hecho nada, por que juraba que lo pagaría con su piel. De sólo imaginar como sería escuchar de nuevo la sonrisa de su hermano ya era feliz.

- Tengo una duda Luna, ¿que es eso del rojo amanecer, del que habló Mai? -preguntó con curiosidad- ¿y como es que la tranquila y dulce Mai puede ser una francotiradora? Creo que en ese hospital nada es lo que parece -reconoció recostándose mas comodamente en el sofá.

El silencio de Luna lo hizo levantar la cabeza, observó que su amigo parecía tener un dilema interior, supuso que sería por el hecho de contarle algo, así que optó por levantarse y recoger las tazas y platos, para a continuación llevarlos a la cocina.

- Lo siento si he preguntado algo que no debía -se disculpó antes de entrar en la cocina, dejando a Luna en el mundo en el que parecía encontrarse en ese momento, y en el que no se sentía partícipe.

Con un largo suspiro comenzó a lavar las tazas en un intento de mantenerse ocupado.