busqueda del pasado (libre)

Umi chan escuchaba voces de fondo, pero por mas que intentaba concentrarse no lograba entender lo que decían.

El frio que sentía cada vez era mayor, a pesar de la pequeña calidez que sentia que le rodeaba no podía dejar de temblar. Intentó abrir los ojos, pero solo consiguió semiabrirlos. Con bastante esfuerzo condiguió distinguir la preocupada mirada de Luna, pero no entendió lo que este le decía.

Sus parpados pesaban demasiado. Sintió que lo movian. Despues de un rato, comenzó a experimentar una agradable sensación por su interior, una sensacion dulce y caliente recorría su interior. Comenzó a sentirse mejor fisicamente, como si una energía deconocida se extendía por cada cérula de su cuerpo. Era algo maravilloso, despues del sufrimiento pasado.

Despues de unas horas, Umi abrió lentamente los ojos para descubrir que se hallaba abrazado fuertemente por Luna, y que correspondía dicho abrazo. Se sentía mucho mejor, aunque el frio aun recorría su cuerpo.

Contempló el rostro de su compañero dormido, estaba mas pálido de lo normal, incluso para un vampiro. Intentó no separarse de el sin despertarle. pero fue inutil. En cuanto se movió Luna abrió los ojos.

- Lamento haberte despertado -se disculpó, pero algo llamó su atención - ¿como te has hecho esa herida?

Antes que el pálido Luna contestara, un fuerte sabor olor y sabor a sangre llegó a sus sentidos. Y eso era algo que no entendía. Se llevó una mano a la boca.

- Pero que demonios... -Luna lo interrrumpió antes de que siguiera hablando. Atropelladamente le explicó lo que habia hecho.

- No... no puede ser... - se alejó unos metros de Luna y se puso a pensar. Por un lado... acababa de ser salvado por alguien que pertenecía a la raza que el odiaba, aunque este fuera distinto a los demas, debia recordar. Y por otro... acababa de beber sangre humana... comenzó a marearse y se sentó en el suelo... esto no estaba bien, el no era un vampiro para beberla, pero como acababa de decirle Luna, si no lo hubiera hecho estaría muerto. - g...gracias... supongo... -susurró. Se llevó una mano a la cabeza resignado, -esto no ha tenido sentido desde el principio -sonrió resignado y acercándose mas a la hoguera- nunca debí acercarme a ese pueblo.

Umi bajó rapidamente la mirada, la mirada dolorida y penetrante de Luna lo habían confundido. Sentía que había hecho daño a Luna de alguna forma, pero... desde cuando le importaba como se sentian los demas... en especial un desconocido...

Pero algo lo había enfurecido, y es que dudara del motivo de su venganza, sabía que Luna no tenía la culpa de nada de lo que le había pasado. Pero que dudara de su mision le había dolido y mucho... pero por que... esto no tenía sentido, nunca antes le había importado lo que pensaran de el.

- Lo siento si te he ofendido de alguna forma -se disculpó sin mirarle, con sus ojos fijos en la hoguera- ya he perdido la cuenta de las veces que me has salvado sin esperar nada a cambio, a pesar de que soy tu enemigo.

Luna seguía sin dirigirle la mirada, eso de alguna forma le dolió.

- Pero intenta entenderme -rodea con sus brazos sus piernas- nunca antes nadie me había ayudado aparte de mi sensei. Y que el primero que decide hacerlo despues de saber mi pasado y mi objetivo -su mirada se entristece por viejos recuerdos- sea alguien de la raza a los que he jurado venganza -intenta sonreir, pero lo unico que sale es una mueca de dolor- no tiene mucho sentido si te paras a pensarlo.

Durante unos minutos el silencio inundó la oscura cueva solo roto por el crepitar de las llamas de la hoguera.

- Por favor perdoname -suplicó con la mirada- has sido el unico que me ha tendido una mano y asi te lo agradezco -bajó de nuevo su mirada- definitivamente soy un completo imbecil.

Nadie dijo nada mas, cada uno sumido en sus pensamientos.

Por que me importa tanto que Luna me perdone. Apenas nos conocemos para que la opinion que tiene de mi sea tan importante. No entiendo lo que me pasa, no lo comprendo, debe ser la fiebre.

Miró hacia la entrada de la cueva. Algo lo había alertado.

- No estamos solos -susurró cogiendo sus espadas sigilosamente.

Odiaba cuando tenía razón, pensó al ver los individuos de ropas oscuras que acababan de entrar en la cueva. Lo rebelado por el vampiro del medio lo dejó desconcertado durante unos minutos.

Por eso odiaba tanto a los vampiros, hablaban de la muerte de los humanos como si fueran simple comida para ellos. Y ese tipo acababa de confesar el asesinato del padre de Luna tan tranquilamente como si comentara el tiempo que hacía. Eso le recordó a su propia experiencia, fue eso y no la amenaza de lo que harían con el lo que lo devolvió a la realidad.

Luna se encontraba delante suya en posicion de ataque defendiendolo de ellos. Ese gesto lo conmovió, ahora sabía que sus palabras eran ciertas cuando dijo que era su amigo. Otro en su lugar se habria preocupado solo por si mismo.

Estudió a los individuos, solo unos segundos fueron necesarios para darse cuenta que el mas peligroso era el del centro. Los otros parecían ser solo lacayos a sus ordenes. Bufó molesto si había algo que odiaba casi tanto como los vampiros eran los seres sin personalidad.

- Esto se pone divertido -susurró desenvainando sus dos espadas, que brillaron a la luz de las llamas de la hoguera- Luna, gracias por lo de antes, me siento bien de nuevo -sonrió poniendose a su lado.

Luna lo miró sorprendido por unos segundos, la mirada de Umi había cambiando a una seria y su boca sonreía de lado. Luna dejó de observarle para concentrarse en sus enemigos.

- Lo siento -se disculpó con los presentes- pero no entra en mis planes inmediatos ser la comida de ninguna escoria como vosotros -se burló poniendose en posición de ataque, su espada empuñada en la mano derecha se puso en su frente y la otra en su retaguardia.

Los aludidos le miraron con ira por el insulto y tambien se pusieron en posición.

- Como veo que soys viejos conocidos Luna te dejo al imbecil del centro para ti -lo señaló con la mirada- los otros son para mi -solicitó ladeando la cabeza.

Se colocó en posición de ataque y esperó a que Luna diera la señal. Lo que nunca se esperó fue su reacción, cuando se dio cuenta Luna desaparecía junto a aquel bastardo por el borde del barranco.

"Espero que estes bien Luna", pensó al sentir el impacto del golpe en el fondo del barranco. Pero no tubo tiempo de entretenerse con esos pensamientos cuando ya tenía encima suya al mas alto de sus tres enemigos, con un gracil movimiento lo esquivó, poniendose a su espalda, sin darle tiempo a reaccionar, esgrimió su espada derecha partiéndole a la mitad. Antes de tocar el suelo su enemigo, había desaparecido en el aire.

- Se me olvidó decirlo -sonrió de lado al ver la expresión de sus enemigos- estas espadas son una herencia familiar, están echas de una aleación especial de metales y plata.

Ambos vampiros se miraron entre si. Atacaron al mismo tiempo. Umi ya se esperaba esta reaccion, era mas lo prefería. Si le atacaban por separado, podían sorprenderle por la espalda y era consciente de la superioridad en rapidez y fuerza de ellos. De esta forma los obligaba a estar pendientes el uno del otro para atacarle.

En un rápido movimiento se agachó para evitar el golpe dirigido a su cara de uno y aprovechó para insertar su espada izquierda en el corazón de uno. Este movimiento le restó unos segundos de rapidez, que su enemigo aprobechó para lanzarle una daga, solo tuvo tiempo de esquivarla de un certero ataque a su propio corazón, al saltar a su derecha, la daga solo rozó su hombro izquierdo, sin pararse por el dolor se incorporó y se lanzó al ataque sorprendiendo a su enemigo. Ambas espadas dibujaron un aspa en el pecho del vampiro, matándolo al instante.

Cayó de rodillas al suelo agotado y soltando su espada para agarrar su herida. No era profunda pero debido al frio dolía. Envainó sus espadas y se incorporó.

Sin perder el tiempo se asomó al barranco para saber como le iba a Luna, no le dió tiempo a dar dos pasos cuando Luna apareció, apenas habló antes de caer inconsciente.

Umi le agarró antes de que cayera al suelo, rápidamente lo llevó al interior de la cueva y lo acostó junto al fuego. Estudió sus heridas, apenas eran unos rasguños, pero la del pecho era otro cantar, aquello parecía bastante feo.

Sin perder un segundo limpió las heridas con una camisa que llevaba en la pequeña mochila, de la cual sacó un bote pequeño de ungüento, el cual exparció por las heridas. Despues las vendó con trozos de tela de la misma camisa.

- Esto tendrá que servir -susurró una vez terminado el trabajo- solo espero que el ungüento tambien sirva para vampiros -susurró medio en broma. Lo cubrió con su propio abrigo que ya se encontraba seco.

- ¡maldita sea Luna! -soltó su carga y corrió a su lado- no deberias moverte, si lo haces tus heridas se abriran -le reprendió, ayudándole a acostarse de nuevo, Luna solo sonrió de lado- no lo entiendo, con las heridas que tienes apenas deberías ser capaz de incorporarte un poco -revisando que las heridas no se hubieran abierto de nuevo- y llego y te encuentro paseando tan tranquilo por la cueva.

Una vez terminado de recostar a Luna de nuevo y avivar el fuego casi extinto, se acercó de nuevo a la carga y comenzó a sacar cosas del enorme saco que traía. Entre los objetos que extrajo, había una gruesa manta con la que cubrió a su amigo.

- Decidí salir por comida, y siguiendo el rastro de nuestros invitados inesperados -ironizó- me encontré su campamento, y puesto que ya no lo necesitan decidí cogerlo prestado.

Luna se había quedado dormido de nuevo, Umi se acercó a el para comprobar si tenia fiebre, suspiró aliviado al comprobar que ésta le había bajado. Se le quedó mirando distraido, así dormido pacíficamente, no parecía la misma persona que horas antes había arrastrado a aquel indeseable al fondo del barranco, sonrió al pensar en ello. Nada es lo que parece a simple vista, recapacitó sonriendo.

Al darse cuenta de que se lo había quedando mas tiempo del necesario, se alejó con dirección a la hoguera y removió el fuego distraido. Sacudió la cabeza, le estaba cogiendo cariño, y si no tenía cuidado eso podía destruirlo, suspiró, o tal vez podía ser su salvación.

Recordó el momento en que lo vió aparecer despues de la batalla, y lo aliviado que se sintió al verle aparecer vivo de nuevo. Eso era nuevo para el, ademas de a su maestro, normalmente no le importaba lo que le sucediera a los demas. Definitivamente estaba cambiando, y sinceramente esperaba que para bien.

Tambien recordó la mirada tranquila de Luna despues de vencer al asesino de su padre, miró de nuevo a su amigo y deseó que pronto el pudiera tener la misma expresion.

Sin darse cuenta se quedó dormido mirando el fuego, realmente la batalla lo había agotado.

Corría, corría, pero algo le impedía avanzar, no se movía del lugar, se vió a si mismo como se alejaba, no, no era él, era Luan. Este le sonreía como solo el sabía hacer y estiraba su mano, pero se alejaba, y Umi no conseguía alcanzarlo. De súpeto la imagen desapareció, todo se volvió oscuro. Cayó de rodillas al suelo desesperado. Una pequeña luz se acercaba, era alguien con una pequeña vela, pudo distinguir la silueta de alguien que le ofrecía su mano, al levantar la mirada un rostro conocido se apareció. Se trataba de Luan sonriendo, aceptó la mano y se levantó.

Un pequeño escalofrío lo despertó. Observó el fuego casi extinto, de ahí que la temperatura en la cueva hubiera descendido. Con dificultad se levantó, había estado demasiado tiempo en la misma postura. Miró a su alrededor, pero apenas veía nada, había dormido demasiado, ya era de noche.

Se estiró un poco, y se acercó a la hoguera para avivar el fuego. Una vez conseguido, se acercó a Luan, le sorprendió encontrarlo despierto.

- ¡Vaya que eres fuerte! -se arrodilló a su lado- creí que dormirías un par de dias por lo menos -comenzó a retirarle los vendajes, para estudiar las heridas y ponerle unos nuevos vendajes- ummm, parece que no se han infectado, aunque no me gusta el aspecto de la herida del pecho -comenzó a limpiar las heridas, nervioso por la antenta y silenciosa mirada de su compañero- creo, que en una semana estarás como nuevo -susurró bajito, se alejó de el para buscar el ungüento en su bolso- esto te aliviará y evitará que te suba la fiebre -expandiendo un poco por sus heridas, una vez terminado, cubrió con nuevos vendajes las heridas.

- Creo que ahora deberías dormir y descansar -le aconsejó perturbado por la atenta mirada- necesitarás fuerzas para continuar el camino -le sonrió- mas tarde cuando salga la luna, saldré a cazar algo, no se tú pero yo me muero de hambre y antes no tube suerte con la caza. Pero creo que de noche tendré mas suerte, los animales aprobecharán que la tormenta a amainado para salir a alimentarse.

Todo esto lo había dicho sin mirarle a los ojos, su reciente sueño lo había perturbado bastante, el principio había sido como siempre, pero la presencia de Luna al final lo había descolocado. Era diferente a sus anteriores sueños. Aun no entendía la razón y eso lo descolocaba. Su sensei una vez le había dicho que los sueños siempre tenían significados ocultos, y que cada uno debía interpretarlos y hayar su significado.

Suspiró despues de un rato, por mas que le daba vueltas no hallaba ningun significado congruente.

Se levantó enganchando sus espadas a su cintura. Se acercó al saco que había cogido a sus enemigos y sacó algo de el.

- Esto me servirá -enseñándole un pequeño arco y unas flechas- hace mucho que no cazo con flechas, pero soy bastante bueno - le sonrió al callado Luan- ¿alguna petición especial para el desayuno?

Preguntó saliendo de la cueva.

Salió de la cueva, acomodó mejor su abrigo para evitar que el viento helado se colara en su interior. Miró a su alrededor para decidir el mejor camino a seguir. Una vez elegido, siguió una ruta que le llevaba hacia un pequeño bosque con escasos arboles, intentando ir siempre contra la dirección del viento para evitar alertar a sus posibles presas.

Mientras caminaba, intentó analizar su último sueño. Había sido igual que sus anteriores pesadillas, con la diferencia de que al final apareciera Luna.

Esa parte es la que no entendía. Se escondió detras se un arbol y apuntó con el arco a un conejo que buscaba comida cerca de un pequeñó arroyo congelado.

Mientras esperaba a tener un buen angulo de tiro, siguió con sus pensamientos. Luna aparecía al final ofreciéndole la mano, "como si fuera mi tabla de salvación", susurró como resultado de su conclusión.

Sacudió la cabeza para volver a la realidad, su movimiento brusco alertó a su presa, pero un tiro certero evitó que escapara.

- Esa es la unica conclusión a la que he llegado -meditó hacercándose a su presa, la cogió y siguió con su cacería- pero... eso significa que Luna se ha convertido en mas que un simple amigo... -susurró.

No sabía si eso era bueno o no, pero de algo estaba seguro, no le preocupaba en lo mas minimo, sonrió al pensar esto. Luna se había ganado su confianza y eso lo elegraba, era increible la sensación que anidaba en su pecho.

-Un amigo verdadero -susurró mientras cazaba su nueva presa. Ignorando que ese nuevo sentimiento no era amistad precisamente.

Despues de una hora de caza, decidió volver a la cueva.

- ufff que frio hace fuera -se quejó sonriendo- y a pesar de eso no he visto ningun pingüino -bromeó.

- Espero que te guste el guiso de conejo -bromeó enseñándole la caza y comenzando a prepararla.

Umi sonrió por las palabras de Luna. La cara que había puesto cuando le vió cocinar había sido muy divertida.

- No me quedó otro remedio que aprender -se rascó la mejilla- Mi sensei era un pésimo cocinero -sonrió al recordarlo- era eso o morir de hambre.

Luna sólo sonrió por el comentario. Umi lo observó de soslayo mientras terminaba de preparar la comida. Su sonrisa era muy bonita, pero esta, no la que solía poner la mayoría de las veces, como si esta fuera su verdadera cara.

- Me costó lo mio aprender -reconoció- en casa se ocupaban los sirvientes de todo- suspiró- cuando me fuí con mi maestro, el se preocupaba mas de mis enseñanzas que de otra cosa, aun hoy no sé como sobrevivió hasta entonces -pensó- como viajábamos mucho, aprendí varias recetas, pero solo las mas sencillas -reconoció sonriendo.- así que espero que esto te guste.

- Que aproveche -le dijo ofreciéndole un plato lleno de guiso- no se que tal habrá quedado -se disculpó- pero prometo hacer algo mas decente cuando lleguemos a algun pueblo.

Umi llenó su plato y se sentó en frente de Luna, separados solo por la hoguera. La atenta mirada de Luna lo ponía algo nervioso, aunque desconocía la razón de ello.

- Al menos es comestible -rompió el silencio despues de unos minutos callado, estaba acostumbrado al silencio, hasta hace poco viajaba solo, pero el silencio reinante en la cueva lo ponia algo nervioso. Y la atenta mirada de su amigo no le ayudaba- cuando terminemos debo revisar esas heridas, aunque parece que el color ha vuelto a tu cara -sonrió- ya no estás tan pálido como antes.

Luna solo sonrió. Umi se centró en su comida. Que estaba pasando con el?, desde cuando la presencia de alguien lo alteraba asi?. Por mas que le daba vueltas en su cabeza no le encontraba solución, y su maestro no estaba alli para sacarle de sus dudas. Sacudió su cabeza, tarde o temprano hayaría las respuestas, estaba seguro de ello.

Dió un pequeño suspiro, solo le quedaba esperar, aunque la paciencia no era una de sus grandes virtudes.

- V-vale -tartamudeó al ver a Luna tumbado, algo sonrojado siguió comiendo - Tu eres el guía y confío en ti -sonrió terminando la comida.

Recogió todo y lo limpió. Por alguna estraña razón, ver a su amigo tumbado le recordó al sueño y eso le hizo sentir algo extraño. No estaba acostumbrado a esa clase de sentimientos. En su corta vida lo único que conoció había sido el corto amor de su familia y el odio y deseo de venganza. Esta había sido su forma de vida hasta este momento, y ahora se enfrentaba a algo nuevo y diferente para el, y no sabía como enfrentarlo.

Decidió alejar estos pensamientos de su cabeza y se concentró en lo que iba a hacer.

Se lavó las manos con algo de nieve de la entrada y cogió lo que necesitaba para hacer las curas. Se acercó a Luna, y con un casi imperceptible sonrojo se dispuso a desabrochar la chaqueta y camisa para quitar las viejas vendas.

- E-esto está casi curado -sonrió contento, sin mirarle a los ojos- ya no te duele, cierto? -le miró por primera vez. Luna sólo asintió.

De alguna forma el silencio y la mirada fija de Luna lo puso mas nervioso, cosa que se podía apreciar en el ligero temblor de sus manos.

Procedió a sacar todas las vendas y limpiar las heridas con cuidado de no hacerle daño. Mientras hacía esto, su cabeza iba a mil por hora. Esto que sentía era raro y preocupante. Nunca se había sentido así, ni siquiera cuando había caido en una emboscada había estado tan nervioso.

- Tienes razón, si vamos con cuidado podremos partir mañana -rompió el silencio en un intento de deshacer el extraño e incómodo silencio que se había formado a su parecer.

- Es increible lo rápido que se curan tus heridas -susurró pasando la mano por una de las heridas que ya se habían curado, dejando una pequeña cicatriz que con el tiempo deraparecería.

- Buenas noches -respondió abrazando el abrigo, de alguna forma le gustó que no se lo hubiera lanzado como la otra vez- acabo de descubrir que odio el frío -susurró despues de avivar el fuego y acostarse al otro lado del fuego, tapándose con el nombrado abrigo.

Luna sólo sonrió por el comentario. Umi se sorprendió algo por el echo de que le hubiera escuchado, pero también sonrió.

Se tapó mas con el abrigo, ocultando su cara, que aún permanecía algo sonrojada. Le avergonzaba su actitud de hace unos minutos, por mas que lo había intentado ocultar, Luna se había dado cuenta de su nerviosismo. Y hasta le había preguntado la razón, y él no había sabido que contestar. Dió un suspiro resignado, su actual actitud no le gustaba.

Cerró los ojos intentando dormir, pero los recientes acontecimientos le impedían conciliar el sueño.

Se movió quedando con la mirada fija en el techo de la cueva. Si no podía dormir, decidió que lo mejor sería analizar la situación.

Lo mejor sería comenzar por el principio. Que opinaba de su compañero. "Veamos, cuando lo conocí, desconfiaba de él, algo me decía que era peligroso. Después, cuando descubrí que era un vampiro, lo odiaba. -Sonrió al recordar eso.- mas tarde, cuando empecé a conocerle, sentí que no era mi enemigo, pero aún no confiaba en el, hasta esa noche en el acantilado. -se pasó la mano por el pelo al recordarlo- más adelante me demostró que sí que podia confiar en el. Aún no sé en que momento pasó de ser un compañero de viaje a un amigo" -suspiró- de lo cual me alegro.

Su análisis hasta el momento iba bien. "Entonces cual es la diferencia? -pensó exasperado, observó a su compañero, su tranquila respiración le indicó que dormía profundamente- ahora cuando estoy cerca de él, estoy nervioso, antes no me pasaba, bueno si pero, cuando aún no confiaba en él. -reconoció- cuando me mira, no soy capaz de mantenerle la mirada mucho tiempo, antes no sucedía. Cuando me sonríe, siento algo raro en el estómago, como si estubiera enfermo, ni que decir que antes no sucedía. -se rascó la mejilla pensativo- cuando fué la pelea con los otros, perdió la concentración ante el miedo de que le hubiera pasado algo, lo cual casi le cuesta la vida. Nunca antes se había preocupado por algo así, vivir, para y por mi, ese era mi lema. Un momento era? -suspiró- definitivamente había cambiado, y lo mas sorprendente, no le importaba".

Juntó todos estos pensamientos.

"La única conclusión es... -meditó- que me comporto como di fuera una quinciañera ena...."

- Oh Dios!! -exclamó abriendo grande los ojos, llevándose las manos a la boca y sentándose en el suelo.

El ligero movimiento de Luna lo alarmó haciendo que se volviera a acostar fingiendo que estaba dormido, despues de unos minutos que se le hicieron eternos aguantando casi la respiración, comprobó que Luna no se había despertado por su pequeño grito.

"No puede ser -se cubrió mas con el abrigo- seguro que me estoy precipitando, no puede ser que de la nada sienta esto por alguien que acabo de conocer. Si seguro que tiene que ser eso, como hasta ahora había sido un ser solitario, estoy confundiendo las cosas, seguro" -respiró mas tranquilo con estos pensamientos- soy un idiota -sonrió".

Ya era muy tarde cuando se quedó dormido, el cansancio acumulado y las dudas de su cabeza y su corazón, hicieron que se quedara profundamente dormido. Ignorando lo que verdaderamente estaba naciendo en su frío corazón.

- Ummm ... -se sentó adormilado y se tayó un ojo- Buenos días -contestó estirándose para desentumedecer el cuerpo.

Luna sonrió y se dedicó a recoger sus cosas. Umi le imitó despues de unos minutos.

Aun tenía sueño. Al parecer el cansancio se había acumulado en su cuerpo. Sonrió al pensarlo, "el cansancio te recuerda que estás vivo", solía decir su maestro, nunca entendió esas palabras del todo, pero se olvidaba del cansancio al comenzar a discutir por las tonterías que le decía el sensei. Este le sonreía y seguía lo que estaba haciendo.

Tardó apenas unos minutos en empacar sus escasas pertenencias al igual que su compañero.

- Creo que conservaré por el momento el arco -decidió mirando a su amigo- puede sernos útil -cogiendo también el carcaj para las flechas. Luna sólo asintió de acuerdo.

- No es un arco muy bueno que digamos -Sonrió mirándolo detenidamente por primera vez- pero servirá para cazar.

Se abrochó el abrigo y colocó las cintas de las espadas a la cintura, también colgó el arco a su espalda en el bolso.

- Ya estoy listo -informó a su compañero que ya le estaba esperando. Antes de salir de la cueva Luna le lanzó una manzana, la cual cogió sonriendo.

- Gracias - dijo antes de morderla con hambre. Le sorprendió que estubiera tan dulce y sabrosa. - está muy buena.

Luna asintió de acuerdo. Ignoraba de donde las había sacado, pero agradecía que las hubiera traído.

Estubieron caminando por extrechos senderos durante mucho tiempo, concentrados en no pisar suelo quebradizo, la tormenta no habia echo sinó ocultar aun más el camino llenándolo de abundante nieve.

- Acabo de descubrir que me gustan mas los sitios calidos -rompió el silencio despues de unas horas de caminata - no sé como la gente puede construir sus casas en estos parajes. -se abrochó el cuello del abrigo.

- Luna tu que prefieres el calor o el frio? -le preguntó- por que aunque no lo creas a mi me gustan mas los lugares cálidos -bromeó. - aquí no podría nadar en el río, a no ser que quisiera convertirme en un bloque de hielo.

- No, nada -sonrió sonrojado, recibiendo las llaves que Luna le ofrecía y siguiéndole al piso superior- me sorprendió la calidez con la que te tratan, -se rascó la nuca- y me han tratado, a pesar de saber lo que soy.

Luna ladeó la cabeza sin comprender.

- Me refiero, a que nada mas mirar mis espadas se dió cuenta de a que me dedicaba. Lo sé. No es la primera vez que veo esa mirada -dijo al llegar a la puerta de la que iba a ser su habitación- pero al contrario que las otras veces no vi miedo ni odio en sus ojos -sonrió dandose la vuelta y mirandole a la cara- y eso de alguna forma me alegró -susurró. - no me hagas caso, -se rascó la cabeza nervioso- sólo son tonterías, tanto tiempo bagabundeando por los bosques comienza a pasar factura -bromeó entrando en la habitación.

Luna había avisado de que bajarían a comer en una hora, así que decidió darse un baño antes de bajar. Al parecer su amigo había pensado lo mismo, pues a pesar de que había dejado la puerta abierta para que entrara, él había ido directamente a su propia habitación.

Suspiró cerrando la puerta. Observó la habitación, era pequeña pero confortable, en el centro había una cama grande que pacería muy cómoda, resistió la tentación de tumbarse en ella, si lo hacía no se levantaría hasta el día siguiente.

A la derecha de la cama había un pequeño sofá rojo oscuro con una mesita redonda, que estaba adornada con un jarrón con flores que desprendían un suave aroma. Allí dejó el bolso. Soltó las correas que sujetaban las espadas, las cuales dejó apoyadas en la pared junto al arco y carcaj.

Se quitó el abrigo, mientras decidía darse un buen baño, despues de todo aún faltaba para la cena. Con estos pensamientos se dirigió a la puerta que había a la izquierda de la habitación, encontrándose con un hermoso baño. Se sorprendió de que tuviera una pequeña ducha y una bañera separados.

- Esto es mejor de lo que pensaba -sonrió abriendo el grifo para que la bañera se llenara.

Se quitó las ropas que le quedaban y se metió en la ducha. Despues de ducharse salió y comprobó que la bañera estaba casi llena. Cerró el grifo y se metió en la bañera.

- Esto es el paraiso -se estiró todo lo que pudo- hacía siglos que no tomaba un baño como es debido -sonrió recordando que con su sensei, siempre era en algún río o en alguna posada de mala muerte.

Cerró los ojos intentando recordar la última vez que lo había echo, sus recuerdos lo llevaron a su niñez. Cuando él y su hermano se bañaban juntos a pesar de las protestas de su madre, ya que dejaban todo hecho un desastre al jugar con el agua salpicándose el uno al otro.

- Cuanto deseo verte de nuevo hermano -susurró medio dormido.