(Libre) Enterrado entre libros.

Estaba sentado en una de las sillas de aquella amplia biblioteca. A su alrededor no había nadie en absoluto, sólo reinaba el silencio y la tranquilidad. Sin embargo, a los oídos de aquel vampiro llegaba el suave sonido de la lluvia que ferozmente caía contra el suelo.

Había llegado aquella misma noche a la Academia y aún no había tenido la oportunidad de toparse con nadie, pero aún así ya estaba sentado entre los amados libros, contemplando con sus ojos cristalinos las letrás de un libro: "Más allá del bien y del mal" de un filósofo alemán llamado F. Nietzsche. Era curioso cómo podía recordar a ese hombre en la vida pasada, pues como era de esperar, tuvo la oportunidad de hablar frente a frente.

Sería el nuevo Doctor, y eso le alegraba de sobremanera, pues estaba deseando mantener conversación con alguien.

Al instante de que seguía leyendo una sonrisa se dibujaba entre sus labios.

Cuando oyó una nueva voz antes de contestar estuvo durante unos segundos contemplando el libro que tenía en frente de él y analizando una de las frases quie venía en él. Reflexionando.
Sonrió entonces al poder comprender qué podía decir Nietzsche y levantó los ojos hacia un joven bastante atractivo y al parecer de carácter dócil que deseaba entablar una conversación con él.

-Hola. ¿Qué tal? -cuestionó mirando a su alrededor y levantándose para dejar el libro a su sitio- Soy uno de los nuevos Doctores, me llamo Blaze para los conocidos -se rascó la nuca y extendió la mano- Un placer. Y tú eres....

Le contempló los ojos y sonrió a penas durante unos segundos, mirando a su alrededor y relamiéndose los labios resecos.

-Está bien que los más jóvenes también leáis, es importante para el desenvolupamiento de un vampiro. No sólo hay que ser inteligente para cazar y seducir a las presas, sino que también hay que serlo como seres racionales que somos.

Miró alrededor.

-Pero no he visto a nadie más por aquí. ¿Suele estar vacío este lugar? -cuestionó rascándose la nuca- Espero que esté cómodo en esta ciudad, nunca he estado en un lugar fijo.

Le miró de reojo, había algo en él que no encajaba en el prototipo de vampiro, pero no hizo mención de ello.

-Ya veo -musitó con una leve sonrisa- He pasado mis 357 años viajando por todo tipo de lugares y buscando un sitio donde asentarme. Un día conocí al jefe de medicina y me invitó a que viniera aquí para ayudar a los demás, así que no me lo pensé dos veces y lo hice, tampoco se me da tan mal la medicina, he sido presenciador de todas las técnicas inventadas.


Se rió a penas, apartando el cabello de su frente.

-¿Y tú? ¿Qué hay de ti?

Prefirió no indagar en el dolor ajeno de aquella tragedia y sonrió como si no ocurriera nada, ignorando el tema. No se conocían lo suficiente para hablar de ello. Se rascó la nuca inocentemente y miró la profundidad de aquella enorme biblioteca.

-Sí, soy un altruista, o algo así. En realidad hago tantas cosas que ya no sé ni qué soy, pero en teoría eso es bueno, así que no sólo te puedo curar... -murmuró con un tono juguetón y dejando caer una gran indirecta.

-Hay muchos seres no humanos en esta ciudad ¿verdad? Me he dado cuenta nada más entrar, nunca había visto tantas razas juntas -colocó las manos en los bolsillos- Creo que voy a salir a la puerta para fumar un cigarrillo...

Salió hasta la puerta del recinto y sacó un paquete de cigarrillos junto su mechero. Prendió fuego y luego miró el cielo unos instantes, echando la primera calada de aquel pequeño vicio.

-Interesante. Ya veremos qué nivel tiene por aquí la gente. Yo es que tengo la costumbre de intentar seducir a todo ser viviente que se ante pone a mis narices, y no todo el mundo se lo toma a bien -comentó con una sonrisa- Es simplemente algo nato, si no lo hago no soy yo mismo -bromeó sentándose.

-Mmmm, me encanta la noche. Es tan magnífica y tiene un toque entre misterioso y romántico que me apasiona

Asintió con el rostro y se quedó mirando fijamente las estrellas.

-Yo creo que con un poco de insistencia todos ceden, pero pocos comprenden que el sexo es solo sexo y que no importa mucho más. ¡Ni que fuéramos humanos! -rió por lo bajo.

-Cuando era pequeño me pasaba las noches enteras sentadas en un banco mirando la luna -murmuró- Nunca me cansaba. Iba a por algo de comida y luego me quedaba en silencio recostando mirando el cielo hasta que el sol estaba a punto de salir. Curioso ¿verdad? Y aún ahora a veces cuando miro el astro de la noche mi imaginación vuela libre y me siento diferente a lo que realmente soy.

Echó a reír y asintió con el rostro.

-Sí, piensas similar a mi en el tema respecto el sexo... -apagó el cigarrillo y se puso de pie en frente de Dyamond, contemplando sus ojos fijamente y luego suspirando- ¿Haces algo esta noche? Estoy bastante aburrido y no conozco a nadie... Así que podríamos ir a... ¿Cenar? -dijo con un tono sarcástico- y salir un rato juntos. Si te apetece, claro. Prometo no tirarme encima de ti, ni meterte mano -murmuró rascándose la nuca.

Ladeó a penas el rostro y luego bostezó, rascándose la nuca.

-Entonces deberás llevarme tú a algún lugar porque sólo conozco este colegio, es el primer edificio público que he visto y he entrado. ¿Fumas? -musitó sacando otro cigarrillo, poniéndoselo entre los labios y ofreciendo su cajetilla- Ya tengo ganas de ejercer como médico... Pacientes desnudos... -echó a reír y golpeó suavemente el hombro de su acompañante, sin hacerle daño, claro está- Vamos, mon petit cherrie.

Le siguió a su lado mismo, dejándole un paso más adelante para que le conduciera hasta donde él creyera y luego bostezó.

-Tendrás que pagarmelo, aún no he ido a por todo el dinero. Así que ya te lo pagaré otro día... O con otras cosas -le guiñó un ojo y siguió con el cigarrillo nuevo entre labios- Esta ciudad está muy tranquila, y yo pensando que me encontraría cadáveres cada dos pasos, qué decepción. ¿De que se alimentan los vampiros? Porque a mí la comida humana me provoca asco y náuseas.

Sonrió unos instantes y luego fue andando hasta la entrada del lugar, dejando primero paso a Dyamond.

-Las damas primero -bromeó pasando detrás de él- Vaya, bastante bonito -era un lugar bastante grande, decorado con un gusto estilo siglos pasados y los camareros iban ataviados con ropajes espectaculares- Me gusta.

Pasaron a dentro después y Akito se apoyó en su hombro.

-¿Es algo así romántico?

Sonrió al ver su cuerpo contornearse sobre si mismo y se sentó a su lado, mirándole de reojo con una sonrisa pícara y guiñándole un ojo.

-Pues en realidad no he hecho nada. He estado sumergido en libros de medicina para recordarlo todo, sino vaya médico voy a hacer. Si llego al lugar y digo al paciente que sólo se desnude y se acueste conmigo creo que se va a asustar -se cruzó de piernas y tras ello miró a su alrededor- ¿Se puede fumar aquí?

Sus ojos no dejaban de indagar en los ajenos, contemplándole en todo momento.

Puso las manos delante de su cuerpo y negó.

-No, no, gracias. Odio la comida humana, me repugna el gusto que tiene. Como mucho como algo de carne, pero tampoco demasiado, sólo por aparentar medio normal. Un conocido mío es adicto a los dulces, yo sin embargo los odio -sacó otro cigarrillo y prendió fuego, dejando el mechero encima de la mesa- ¿Tú comes de todo?

Se arregló un poco la camisa y suspiró, mirando cómo el humo se evaporaba en el aire.