Pastel y una taza de café (Libre)

Hambriento, luego de una jornada de trabajo después de clases era agotador, sin embargo no tenía otra opción si aún gustaba de su libertad, ser esclavo o pertenecerle a alguien no le causaba ni una pizca de de gracia, no estaba dentro de sus parámetros.

Contó las monedas que había guardado en su billetera, sin duda le alcanzaría para un buen trozo de pastel y una taza con café americano, y con la helada que hacía le venía cómo anillo al dedo.

Sin más se acercó hacia el mostrador, pidiendo su orden personalmente, para luego tomar asiento en alguna mesa que quedase libre. Quizás la suerte estaba de su lado, con lo repleto que estaba el lugar, una mesa en la esquina hacia la izquierda, cerca de la ventana le aguardaba, con paso rápido se aproximó, para luego tomar asiento y sacar el viejo reproductor de música que llevaba consigo a todas partes y gustar de la música mientras su pedido venía en camino...

—Es libre—

Sus cejas se elevaron y su corazón repiqueteó un par de veces aceleradamente a la par que respondió ligeramente sosprendido. Lo había tomado de sospresa ya que había sucumbido su mente en la música que sonaba en sus auriculares, provenientes de su reproductor.

No tardó mucho en venir su orden, el aroma del café lo revitalizaba y más aún tomar un trago de este despejaba el cualquier resquicio de cansancio. Sin embargo podía sentir los músculos de su cuello y espalda engarrotados, lo cual era molesto.

Picoteó el pastel, las escencias dulzonas junto con el amargor del café eran una dupla perfecta. Su gesto se aligeró un poco, sin duda aquellas pequeñeces como los sabores podían cambiar su estado en cuestión de segundos y más aún la música que había almacenado en su tiempo libre.