The moon dance.

Ya era noche, las estrellas resplandecían sobre el cielo negro y la luna destellaba grande belleza desde lo alto, vigilante cómo toda madre cuida de sus retoños desde lejos, paso a paso. Alrededor muchos edificios, algunos solos y otros no tanto, con sus habitantes respectivos de día y noche. Las puertas cerradas, algunas, otras tantas permitían acceso a quien se paseara por los alrededores. Personas charlando, paseando, caminando tranquilamente, con diferentes tipos de personalidad cada una de ellas, algunas temerosas, otras valientes y decididas, divertidos y simpáticos, todo una vida frente a sus ojos que apreciaba a cada paso, cada segundo que daba. Un viaje tranquilo que comenzaba desde un punto y parecía finalizar ante otro.

Sus pasos se adentrarón al local, las puertas estaban dando acceso inmediato y tal vez un poco de distracción, tranquilidad, le viniese bien a esas horas de la noche, siguió caminando pasando a las personas que se encontraban cobijadas en aquel interior; el ambiente, amigable, no había nada más que tranquilidad, charlas susurrantes y uno que otro hombre que se atascaba la garganta con alcohol, por decirlo de una forma. Finalmente culminaron sus andares tranquilos en el lugar donde una pequeña mesa, que daba a una de las ventanas del local, se encontraba. Sentándose. Observándo con cuidadosa atención hacia el exterior para apreciar una vez más lo único que le envolvía de una ligera tranquilidad, de un valioso recuerdo.

Una persona se acercó para ver que ordenaría, pero la amabilidad y negación del albino fueron sus respuestas. Su mesa vacía, no había nada que consumir que le hiciere sentir algo, ni el agua, ni el vino, nada, todo sabía a eso, nada, pues ni la misma sangre se posaba sobre sus labios, lengua, hacía tiempo que no se alimentaba y tal vez por eso es que la debilidad comenzaba a emanar de su persona, pero cómo beber con ese sentir de pesadez, con cargar la culpa de un homicidio, de arrebatar una vida, no podría con ello, no podría vivir más con una muerte uniendose a su vida. Por ello, el vaso existente en su mesa se encontraba vacio, ni la vista a un cuello despojado de prendas le parecía atractiva, claro... pero vaya que la ansiedad le calcomia, mas no lo haría, no esa noche, no otras, hasta que la sangre animal pasara por sus venas, hasta que la muerte le estuviese atacando completamente, tal vez entonces ahi probaría algo.

Por el momento esperar, observar simplemente el externo paisaje era un momento preciado a sus ojos, a su propia persona. Colocar entonces su mano en su mejilla, apoyandose con el codo en la mesa, pensativo. Con el dedo de su mano contraria acomodar las delgadas gafas, sonreír apenas perceptible, sin pensar en nada más que esa noche, sin recuerdos, sin dolores, solamente una noche tranquila donde la luna danza junto a sus estrellas.

Su mente permanecía distante en aquellos momentos, sólo su mirada estaba perdida en un punto externo a aquel local, vagando por los espacios oscurecidos en la negra noche y admirando como siempre, el cuerpo blanco sobre el cielo. Acomodó sus gafas, pensativo, no había nada que buscar, ni que hacer, no sentía hambre ya. En su acomodo de lentes los aparto un poco para tallarse los ojos, volviendo a colocarlos desacomodando solo unos hilillos plateados de cabello. Acomodándolos, posó de nuevo su mirada en la ventana y después... sobre la mesa.

Qué estoy haciendo aquí?

Se cuestionó en pensamientos, a qué habia entrado a un sitio como aquel, no bebía, ni siquiera iba con alguien para charlar, toco con la yema de los dedos aquel vaso vació, simplemente el vidrio no lo sentóa tan frío como se sentía su cuerpo en simple presencia, las miradas, lejanas y otras penetrantes hacia su persona, entre miedo y corage, no sabía como sentirse ante ello, permanecer oculto, intentando aparentar se solamente un humano más y sin lograr hacerlo.

Debería marcharme...

Se dijo una vez más, tallando su cabeza un poco con una de sus manos, estaba un poco mareado, pues hacía bastante tiempo no se había alimentado, aunque el hambre ya no la sentía, su cuerpo la exigía por igual noche tras noche.

El albino se encontraba nuevamente perdido en sus pensamientos, tras observar la mesa simplemente se dedicaba a mirar cada detalle de esta, curioso a veces y hasta entretenido ¿porqué no? después de todo no tenía mucho que hacer y sitios donde le necesitaran para tocar alguna pieza musical, no había muchos. Suspiró un poco antes de sentir una pesadez en el ambiente, era la sangre de nuevo acercarse, ese aroma a muerte que venía con quien sea que fuera de su propia raza, cerró los ojos, a veces ese olor le mareaba, pero tenía que discimular al menos un poco sino , notarían su estado actual y eso no sería nada bueno.

Las palabras fluyeron de aquel hombre y el albino alzó la mirada, observando con cuidado a la persona ante sus ojos y estudiando como podía sus palabras con cuidado, tenía que pensar un poco más.

.- No, no está ocupado, joven.

Sonrió un poco, avergonzado por la tardanza a tan sencilla respuesta, pero estaba un poco fatigado.

Escuchó con atención las palabras inmensas de curiosidad que portaba aquel hombre en su charla, sonrió Abel de sutil manera ante la idea de ser descubierto una vez más por uno de la misma raza, sin duda alguna jamás pasaría como un humano, al menos no cómo el deseaba. Y ahora, la debilidad lentamente estaba llegando a su cuerpo, causandole mareos, estragos , pero tenía que aguantar así.

.- No. Bueno, no es algo que...desee hacer.

Comentó a las primeras palabras, algo acertadas de aquel hombre aunque no se sorprendería si le leyese la mente, después de todo y la mayoría, lo hacían. Aunque más le sorprendía que no se mostrara atacante a su persona, cómo años antes había sucedido.

.- Prefiero, no hacerlo... asi es mejor.

Dijo una vez más, casi en susurro, sonriendo un poco aunque no se encontraba con muchas fuerzas de hacerlo, pero de beber algo como lo que necesitaba era muy probable que perdiese el control y eso.... eso no era en absoluto, nada bueno.

Al parecer, no estaba seguro, pues siempre se equivocaba al respecto, tal vez Abel era una persona facilmente deducible por su comportamiento, pero eso a veces poco importaba, que supieran o no que sucedía, porque ultimamente nadie le convencia de lo contrario a sus pensamientos.

.- No se preocupe, estaré bien así , no es la primera vez que me sucede ni que me pasa lo mismo . Intentare controlarme o al menos no perder la consciencia por el hambre.

Comenta con una sonrisa tranquila, volviendo a ver a la ventana rapidamente antes de regresar su mirada hacia aquel hombre, sonriendole con cierto toque de calidez, como sólo sabía él.

.- Perdone mi falta de educación, mi nombre es Abel... espero sean buenas noches para usted...

Añadé con un toque elegante y educado en su hablar, los movimientos faciales, todo lo que era posible, intentaba al menos no ser un grosero con aquella persona que se molestaba en hacerle compañía.