Breathless

Una pequeña mecha apenas extinguida en mi candelabro, llevaba mientras daba paso tras paso por los pasillos. Una sombra larga y tenebrosa se plantaba tras mío imitando mis movimientos, mientras con mis manos deslizo suave contra el tabique de madera.

-Buenas noches...- Digo con un fino traje de dormir negro, un pantalòn de satín, y la camisa que cae traviesa sobre mis hombros, abierta.

Me apoyo contra la pared de momento, muy cansado bajando la cabeza, llevando mi mano al pecho, garraspeando de forma rápida y zizeante, abriendo los ojos y cerrandolos para relajarme. Abrigo mi cuello.

-Lo lamento... - Le miro directamente a los ojos -Llamadme Meith... soy el padre del dueño de esta mansión... puedo ayudarle en algo?..-

Dejo reposar mi cuerpo contra el papel tapiz, sosteniendome a duras penas.
-Será mejor que Kai no te descubra... es muy territorial... pase a mi habitación... si desea..-

Cierro la puerta tras de mí, y suspiro, dejando escapar un pequeño halo de vapor, suave, pero equisito. Agacho la cabeza como si de quedarse dormido se tratase, he inmediatamente reparo en las palabras ajenas, sentandome en la cama, cruzando la larga brecha entre ella y yo.

-Soy muy sensible... escuché unos pasos, no logré asimilarlo con los pausados de mi pequeño, o los largos y rápidos del mayor... nada.. supuse que era un intruzo...- Contesto sentado en la cama.

Dejo despacio además el candelabro sobre la mesa de noche, flameando, con su último aliento, apagandose.

Levanto mi mirada hacia Asrael, sin despegarla del ajeno, era sorprendente la belleza que emanaba de sus ojos y de aquellos vastos rasgos que en mi aura perturbaban con tristeza.
Alzé la voz rompiendole ronco al silencio, musitando entrecortado, y despacio abotonando solo unos pocos botones de mi camisa azabache.

-Si? Kalix?... no te preocupes.. es usted uno de los nuestro... no le dejaría en la calle por nada.. no lo haría con nadie...- Suspiro, abriendo las comodas sabanas de la acolchada cama.
-No le mentiré que me ha sacado de mis recuerdos.. pero no se preocupe, no será mal resivido si es eso lo que esta pensando..- Sonrio apacible.

Noto el sobresalto en aquella bella figura, su dolor, aquel estrepitoso sonido de su piel arrugandoze en su blanquesina mano, al cerrarla fuerte, bajo la mirada escuchandole.

-Si quiere puede pasar la noche en mi habitación... no deseo ser irrespetuoso.. pero no tengo problemas en ello...- Suspiro al escuchar lo de "decente".
-Supongo que solo somos pocos los que quedamos asi, mi hermoso señorito...- Miro hacia el balcón.. la ventana, estaba cayendo un tanto de agua. Me acerco a ella para cerrarla, recibiendo la luz de la luna en mi pecho desnudo.

-Llego junto con sus recuerdos... mis recuerdos no tienen nombre... así como el capitan Nemo...- Rio ante mi comentario de niño.

Me quedo contra la ventana, cerrando un poco las largas cortinas, pesadas cortinas de color azul, uno muy profundo, oscuro, dejando entrar un pequeño halo de luz, suficiente para iluminar mi cuello, y màs a lo lejos, los ambarinos ojos de Asrael. Doy unos pasos escuchando sus preguntas divetido, y su aseveración, dirigiendome al Armario de madera, tocando la mano ajena para moverla, mirandolo directo a los ojos, corriendo sus manos, revisando el armario y entregandole un conjunto de satín parecido al mío.

-El capitan Nemo.. que de tanto navegar... sin nombre adopto aquel nombre...esos recuerdos sin nombres.. son los que queremos olvidar.. pero al fin y al cabo estan con nosotros..- Le sonrio con las manos estiradas en la ofrenda.

-Me alegra su compañía... le agradesco...-

Lo observo calmado, cruzando mis manos al momento en que la prenda exquisita al tacto se separo de mis manos, guardandolas entre los pliegues de mis brazos, para sentir nuevamente aquel oscuro genero.
Me volteo gracil, al notar la pena en su rostro, miro al suelo animandome a hablar.

-Bien.. si le molesta le doy la espalda... - Acercandome a la mesa de noche y coger una copa de sangre, algo fría, que separaba el plasma de los demás agentes colorantes.

-Si ambos lo somos... - Me sorprendo despues de unos instantes por sus palabras -Dolor... si... hay mucho que duele.. y por siempre...- Suspiro.

Estiro mi mano hacia un lado, girandome sutilmente, elegante, mientras no evito clavar mis ojos en el bien formado cuerpo de Asrael, imaginarle como una divina pintura, un lienzo blanco y puro, perpetuo y casto, donde plasmar los más escondidos deseos, con un ápice de cordura.
Remarco mi mirada en la copa, acercandome a él, ofreciendole la cristalina a lo largo de la habitación, musito.

-Espero sea de su agrado.. esta un poco fría.. usted sabra que la sangre en recipientes hiela muy rapidamente...- Sin dejar de sonreir, notando que se despojaría de su pantalon.

-Lo lamento.. usted no esta listo...- Cierro mis ojos para esconder su imagen de mi mente, y dejar la copa expectante ante las manos de Asrael que finamente descazaban en su vientre.

-Me alaga más beber directamente...- Sin notar el fervor en mis palabras.